Todo lo que huele a moda o tendencia tiene un problema acuciante: nace con fecha de caducidad. Si esta primavera se llevan las rayas y los colores pastel ¡ay de aquel que no tenga en el armario una de esas prendas! Pondrá de manifiesto su escaso gusto o conocimiento de lo más “in”. Una pena. Pero es todo tan breve que puede resultar estresante hasta la extenuación. Porque la temporada siguiente sólo se llevan los lunares y los tonos intensos. Así que aquellas prendas rayadas como el traje de Obélix y los colores suaves y amorosos quedan relegados al más cruel de los ostracismos.
Con la transformación digital parece que eso no ocurrirá. Más allá de una moda pasajera o una tendencia, ha venido para quedarse. Y los gurús de este asunto no recomiendan dicha transformación para estar al día sino que lo hacen por criterios empresariales mucho más sólidos, el primero es el de ser una empresa competitiva, eficiente y de éxito. Y se aborda en este caso la primera finalidad que dirige la vida de toda empresa. Permitidme decirlo de forma muy sencilla: Obtener resultados, seguir ganando dinero y tener posibilidades de supervivencia para… ganar dinero. De modo que la primera premisa que debe cumplir la transformación digital es tan antigua como la voluntad de los comerciantes fenicios: hacer buenos negocios y que éstos fueran rentables.
La segunda condición está relacionada con la capacidad de adaptación al cambio, y de ésta se deriva la flexibilidad. “Nada es eterno”. Exige un esfuerzo replantear que la concepción tradicional de un negocio que además fue un éxito en el pasado y dio buenos resultados económicos ya no vale para el futuro, y peor aún, ni siquiera tal vez para el presente. Ya lo decía Darwin, con aquella frase tantas veces repetida sobre la supervivencia de los más adaptables y no de los más fuertes. Poco más hay que añadir. Ser flexibles para crear un nuevo modelo de negocio, más tecnificado y cercano a los nuevos clientes se convierte en imprescindible.
Los clientes quieren una experiencia memorable, o como decía aquel famoso cantante “una experiencia religiosa”. En efecto ya no basta con ofrecer un buen producto y un servicio adecuado. Con eso no salimos en la foto. Hay que proporcionar a los clientes algo más. Hay que generar en ellos un recuerdo especial, que cuando lo evoquen traiga a la mente muy buenas sensaciones. En caso contrario el cliente buscará otras alternativas. No olvidemos que el cliente del mundo digital está súper informado de precios, condiciones, opiniones de otros usuarios, etc.
Transparentes como el agua. Así tienen que ser las empresas para que los clientes confíen en ellas. Estamos en la era de la información y cualquier desmán que éstas realicen es conocido y difundido a través de las redes sociales y nada puede hacer más daño a la reputación de una empresa, así que “las cosas bien hechas, bien parecen”. Que alguien se encargará de contar lo buenos que somos. Recordad que no hay mejor embajador de una marca que un cliente satisfecho.
Tecnología y personas. Estos dos elementos van de la mano y lo hacen de forma indisoluble. Las empresas que se enfrentan a la transformación digital sólo mejorando sus procesos a través de la tecnología están abocadas al fracaso antes o después. Porque los cambios se implementan a través de las personas, son éstas la correa de transmisión y si ésta no funciona, aunque dispongamos de la mas sofisticada tecnología de última generación, no será suficiente. Las personas están en dos ámbitos: nuestros clientes (a los que hay que escuchar porque nos proporcionan mucha información útil) y los empleados. Este es uno de los grandes retos al que las compañías tienen que dar su solución particular: ¿Qué es más importante: el cliente o el empleado?. Gran cuestión esta.
Mi opinión es que lo mas importante son los empleados, y me hago eco de las palabras que nos recordaba no hace mucho tiempo
Richard Branson
(fundador de Virgin): “si cuidas a tus empleados, ellos cuidarán de tus clientes”.
Y un nuevo modelo de liderazgo. Esta cuestión necesita un post entero, pero puedo adelantar que hace falta un perfil competencial complejo, con un liderazgo fuerte, conocimiento profundo del mercado y dominio de nuevas tecnologías.
Recuerda, no se trata de una moda. La transformación digital vino para quedarse. ¿estás preparado?
En breve verá la luz el libro "La Ruta de la Transformación Digital", a través del cual podrás ahondar en las claves de esta apasionante aventura.
Tienes disponible, de forma totalmente gratuita, una versión reducida del libro, que te puedes descargar aquí. Espero que disfrutes de su lectura y te sea de utilidad.
Managing Partner de R&H Talento y Personas
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