08 marzo 2015

El trianguno dramatico de Karpman

Posted by Juan bueno On domingo, marzo 08, 2015 No comments
Hace unos meses impartiendo un curso a un grupo de directivos sobre “eficacia y adecuada gestión del tiempo” surgió un interesante debate que traigo a colación para hacer una reflexión sobre el modelo de comportamiento al que yo personalmente llamo “Triángulo malvado de Karpman”.

 
En efecto, en ese taller, varias de las directivas (remarco que se manifestaba más en las mujeres asistentes que en los hombres), se quejaban amargamente de no alcanzar a cumplir todas sus responsabilidades: “tengo tantas cosas que hacer y no me llega el tiempo”. Les animé a hacer un análisis de todas aquellas tareas que asumían para descubrir dónde estaban las dificultades, ya que el tiempo es el mismo para todos. Como decía un jefe mío “el día tiene 24 horas, pero si te levantas a las 6 antes, tiene 25”.
 

Lo que se manifestó como elemento común en aquellas que presentaban un elevado nivel de estrés por asumir demasiadas tareas es que algunas de las que provocaban esa sobrecarga, no les correspondía hacerlas a ellas. Así fui descubriendo que una asumía todas las llamadas que tenía que hacer su madre a médicos para organizar sus citas, a la peluquería para pedir hora o al supermercado para que le subieran la leche. Cuando le pregunté si su madre estaba incapacitada o tenía algún problema cognitivo su respuesta fue: ”de cabeza está perfecta, pero es viuda”. No me sorprendió en exceso su respuesta porque esa misma directica confirmaba atender el móvil cuando la llamaba su jefe a las 22h30, aunque estaba acostando a sus 3 hijos de corta edad.


Comprendí que esa persona estaba fuertemente orientada a complacer a los demás, y anteponía a ello sus propias prioridades. Parecía contrariada, frustrada y sumamente cansada.
 
Decidí compartir con todos ellos el modelo de Karpman que ahora os expongo, porque algunas otras personas, por circunstancias diferentes expresaban un malestar similar.

En el Triángulo de Karpman hay 3 roles: Víctima, Salvador y Perseguidor. Cuando entramos en esa relación dañina podemos ir alternando cada uno de esos roles.
 
Porque en este caso nuestra directiva asumía el papel de Salvadora. Ese perfil es el de una mujer que prestando ayuda asume más funciones de las que le corresponden, y probablemente se queja de la cantidad de esfuerzos que tiene que hacer. “Abusan de mi generosidad”, suelen pensar los salvadores. Esa forma de ayudar representa la necesidad de sentirse superior.
 
Esta actitud resulta nociva para la Víctima (la madre, viuda), que a pesar de estar en plena posesión de sus facultades deja que sea su hija la que hace un montón de tareas que ella podría asumir. La víctima se hace así cada vez más incapaz. Son perfiles que suelen actuar desde la culpa y la tristeza y ello les genera una baja autoestima. La víctima lanza en ocasiones mensajes o señales de no saber hacer bien las cosas. Pensemos en esas personas en el trabajo que hacen mal una tarea y de forma automática la asume su jefe, provocando la merma en la autoestima del trabajador y la sobrecarga en el jefe, que emplea su tiempo en tareas que debería delegar. La víctima se suele sumergir en un círculo vicioso de resentimiento contra la vida y contra la salvadora, en este caso, que la rescata de su incapacidad.
 
Otra de las directivas (con una situación similar atendiendo a su madre) comentaba con amargura cómo su madre nunca estaba satisfecha de la ayuda recibida por ella y la comparaba con las hijas de otras amigas suyas, según ellas mucho más pendientes de sus madres. O sea la víctima manifiesta resquemor y la salvadora se siente frustrada. De momento, todos se sienten mal. Es un modelo de relaciones dañino, insano.
 
La tercera figura es la del Perseguidor/a, que suele responder a un patrón de agresividad, movido en su actuación por satisfacer sus propias necesidades e intereses. El Perseguidor suele ser una persona rígida, poco adaptable y que hace sentir a los demás vulnerables.
 
Mi denominación de Triángulo Perverso se debe a que esos roles van cambiando, van mutando, y el salvador cansado de salvar empieza a perseguir; la víctima sale de su pasividad y persigue vengativamente y el perseguidor tiene mala conciencia y se dedica a salvar.

Si bien es difícil escapar del triángulo (porque estamos en él de forma inconsciente) es posible dar el salto al Triángulo Ganador abordando las relaciones entre personas adultas con una emocionalidad equilibrada, haciendo uso de la asertividad (diciéndole al jefe que esas horas de la noche están dedicadas al cuidado y la atención de tus hijos, pero lo primero que harás mañana a primera hora es atenderle)  y enfrentando el conflicto y las dificultades con madurez.
 
Reflexiona con serenidad si en alguna relación de tu vida hay un triángulo perverso y si es así piensa que el salvador se sustituye por el “ayudador empático”; la víctima es capaz y debemos animarla a que lo siga siendo y el perseguidor…. Mejor mantenerlo alejado.

May Ferreira


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