He pasado este fin de semana en un lugar de la costa mediterránea, muy de moda hasta hace poco. El ambiente siempre era festivo, lleno de gente, luces, actividades programadas, etc. Un típico lugar de veraneo en el que se hacía gala de lo bien que iba todo y se consumía, gastaba y disfrutaba con cierto desenfado.
El año pasado ya se notaban los estragos que había hecho la crisis y las vacaciones se ajustaban a periodos mucho más cortos; los restaurantes sólo trabajaban a medio gas y flotaba en el ambiente un acorde de moderación. La pescadilla que se muerde la cola. Ante la inseguridad del trabajo (para quien lo tenga) todos nos retraemos en el gasto por pura prudencia. Esa falta de consumo impacta directamente en el sector turístico: Hoteles, restaurantes, lugares de copas, actividades ligadas a los periodos de asueto (deportivas, de ocio, etc.). Esa contracción del gasto genera más pérdidas de puestos de trabajo y de nuevo empieza el bucle.
Harto complicado.
Lo he dicho en otras ocasiones, soy optimista y luchador por naturaleza, pero en ocasiones las circunstancias hacen flaquear al más pintado.
En esta ocasión decidí comprobar cuál era el estado de las casas en venta y alquiler que ya estaban en esa situación el verano pasado. Entonces me sentí abrumado porque todo el vecindario tenía carteles colgados. Y el edificio de al lado y el de enfrente, y así se sucedían unos tras otros. Tuve la sensación de que toda la costa se convertía en un inmenso paseo marítimo a lo largo del Mediterráneo que se veía obligado a venderse al mejor postor. Cosas de la crisis.
Descubrí con cierto estupor que prácticamente los mismos pisos y casas seguían en venta. Hice varias fotos de la abrumadora oferta que había hace nueve meses y es prácticamente idéntica. Conclusión: No se ha vendido nada. Todo sigue igual. Realmente desolador.
Siendo esto claramente preocupante lo peor es que la tendencia no varía, sigue siendo negativa. El consumo no se mueve y la confianza ni está ni se le espera.
Descubrí con cierto estupor que prácticamente los mismos pisos y casas seguían en venta. Hice varias fotos de la abrumadora oferta que había hace nueve meses y es prácticamente idéntica. Conclusión: No se ha vendido nada. Todo sigue igual. Realmente desolador.
Siendo esto claramente preocupante lo peor es que la tendencia no varía, sigue siendo negativa. El consumo no se mueve y la confianza ni está ni se le espera.
Las viviendas en venta forman ya parte del paisaje, lo demás lo completaban calles vacías (apenas unos jubilados extranjeros paseando), los chiringuitos semi vacíos y los pocos clientes pasando el día con una cerveza y el aperitivo de la casa. Poca alegría en el gasto y en el gesto.
Hacía un tiempo espléndido que aproveché desayunando en una terraza solitaria, en la que el camarero me animó a volver al día siguiente. Pocos clientes, pocos ingresos. Incertidumbre.
El periódico local dedicaba 9 de sus 12 páginas a casos de corruptelas y desmanes entre los políticos regionales. El resto era … la previsión meteorológica y los éxitos deportivos en la copa Federación.
Pensé que tal vez ese temprano fin de semana en la playa era una pequeña escapada de la dura realidad que nos golpea día tras día. Nada más lejos de ese pensamiento. Aquel paraíso no es más que una muestra, un espejo de lo complicado que se vuelve la cotidianidad en nuestro país.
Medio lleno o medio vacío. La realidad se impone. Aunque se pongan kilómetros por medio, la situación complicada que estamos padeciendo, sigue estando ahí, apenas se atenúa.
Medio lleno o medio vacío. La realidad se impone. Aunque se pongan kilómetros por medio, la situación complicada que estamos padeciendo, sigue estando ahí, apenas se atenúa.
Pero como tantas cosas en la vida, está en nuestra
mano la actitud con las que decidamos enfrentarnos a ella. Dónde pongamos el foco. Decidir ser optimista o pesimista.
Nada se va a solucionar por adoptar una postura u otra, pero permitirá vivir el camino de una forma diferente. Disfrutar en la medida que se pueda o sufrir sin remedio.
Mi atisbo de pesimismo ha desaparecido. Volveré en breve a pasar otro fin de semana deseando que haya más gente y que la economía muestre una cara más amable.
Algo muy agradable, el regreso a la capital es mucho más llevadero porque han desaparecido los enormes atascos de hace unos años. Sólo había que buscar algo positivo.
Feliz semana a todos
Juan F. Bueno