10 febrero 2015

El espejo negro de la IRA

Posted by Juan bueno On martes, febrero 10, 2015 No comments
El discurrir de la vida nos hace conocer personas brillantes y humanamente admirables y otras mediocres, soberbias, viscerales, y en definitiva, susceptibles de ser olvidadas y apartadas cuanto antes. Pues bien, la vida, que nos depara de todo, puso en mi camino recientemente a algunas de estas últimas.

Como de todo se obtiene un aprendizaje voy a tratar de hacer un análisis objetivo de aquello que desconocía y ahora como he vivido, puedo contar de primera mano. Estas personas, digamos tóxicas, son una fuente de inspiración para la explicación de conceptos y sentimientos, ya que todo en ellas se expresa de forma exagerado, brutal. Descontrolado. Y además, he podido comprobar in situ que en ellas se exponen de forma nítida algunos tópicos, magistralmente expresados en el refranero español. 
 
La emoción que he descubierto a través de esta situación profesional ha sido la IRA. En mayúsculas. He podido sentir como esa persona que experimentaba una intensa ira concatena una serie de actividades profundamente estúpidas y cargadas de resentimiento, con dos consecuencias claras: poner en evidencia su personalidad torticera y llevar a cabo una serie de acciones ridículas (prohibiciones, amenazas, carta de un pseudo abogado). Resulta patético el resultado.

Sin embargo lo importante no es mi propia experiencia personal, sólo significativa para mí, sino el análisis de la vivencia, que es lo que quiero compartir desde este post.
 
La ira es una emoción básica que debemos permitirnos sentir. Produce una desazón y un dolor que de alguna forma se tiene que expresar para no convertirse en dañino y quedarse dentro de nosotros. La dificultad radica en conocer y reconocer esa emoción que nos invade, saber sus causas y a partir de ahí ejercer alguna técnica de autocontrol que nos permita dominarla y gestionarla. Detrás de la ira surge un torrente de energía, que si no sabemos tratar se puede convertir en nuestro peor enemigo, cargándonos de negatividad y hasta afectando a nuestro estado de ánimo y nuestra salud. Ese caudal de energía que lleva a esa persona a colocarse en una situación grotesca y necia se puede transformar en energía positiva que se puede convertir en mi compañera,  mi aliada.
 
Homans relaciona la ira y la culpa con la violación del principio de justicia.
José Antonio Marina afirma al respecto lo siguiente: “una persona (y por extensión, una cosa) me ha ofendido o ha obstaculizado la realización de mis deseos, lo que me provoca una reacción violenta contra el causante. Si puedo vengarme, la ira se desfoga y vuelvo al estado original. Si no puedo desahogarme, sólo hay tres posibles desenlaces de la historia: olvido, perdono o mantengo viva la irritación”.

En este caso, la ira se encona, se vuelve rancia, y de esta palabra deriva rencor, que los diccionarios antiguos definen como “cólera envejecida”.

Dominar nuestros pensamientos y sentimientos para que no nos perjudiquen claramente es un ejercicio complejo pero muy interesante, que yo misma estoy practicando. Sobra decir que esta situación vivida con esas personas indeseables (en este caso la protagonista es animada o aleccionada por alguna acólita, que le ríe las gracias, le anima y le incita) ha sido para mí una puesta en práctica de todo lo que ahora comento.
 
Ese trato recibido, ofensivo y provocador, generó en mí unas irrefrenables ganas de respuesta inmediata, tan insolente y desmedida como la que yo había recibido. Pero decidí esperar un cierto “enfriamiento”,  y tratar de gestionar mis emociones. Mi marido, conocedor de la situación me dijo :“Tu perseverancia y tu tesón están mejor empleados en personas a las que admiras y quieres” me dijo, y añadió “escribe unas líneas y analiza cuál es el aprendizaje de esto que has vivido”.
 
Esta conversación con él me trajo al recuerdo una cita famosa “el aprendizaje es experiencia, todo lo demás es información”. Esa experiencia, aunque ha provocado malestar en mí, se puede convertir en una fuente de inspiración importante para desarrollar conceptos que he conocido en esta persona, y que como decía al principio se pueden explicar con el refranero: “dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Empresaria minúscula con dos o tres empleados que, cómo los tanques hinchables de  Sadam Husein en la tormenta del desierto, se multiplican exponencialmente para impresionar a las visitas (autodenominada Directora General); pretendido desinterés hacia el dinero cuando éste desencadena constantemente  auténticas peleas de gatas; soberbia infinita disfrazada de falsa modestia; trato encantador y amable con los clientes y mordaz,  altanero,  humillante y hasta vejatorio con los empleados (salvo con su acólita que le jalea cual palmero, es "la voz de su amo"); mentiras o falsas verdades en torno a su vida privada para proyectar una imagen inexistente y un afán desmedido por controlarlo todo. La persona poseedora de todas estas cualidades se suele ver a sí misma como asequible, orientada a personas, de talante moderado y comprensivo y muy muy profesional. No hay más que añadir. ¿recordáis la Ventana de Johari?. Otra interesante herramienta para explicar cómo nos vemos a nosotros mismos, y cómo nos ven los demás.
 
Si la ira no te devuelve tu propio reflejo porque el espejo se ha teñido de negro, sacúdete esa emoción, y esa energía conviértela en fuerza de voluntad, decisión y empuje para seguir con tu vida. El espejo volverá a reflejar la luz de tu mirada. Adiós Directora General de tus miserias.
 
May Ferreira




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