11 diciembre 2015

La toma de decisiones es una de las tareas más complejas y estresantes a las que nos podemos enfrentar si no sabemos gestionar esa incertidumbre de forma adecuada, pudiendo llegar a producir trastornos o patologías en casos extremos.



Sin embargo tomar decisiones puede ser también una tarea reconfortante, ya que es el primer paso para el afrontamiento de una situación problemática o no resuelta.


Siguiendo un esquema clásico habría que fijar el objetivo y se elabora un plan que mentalmente vemos que nos puede conducir al objetivo.
 
Se elaboran entonces varias alternativas que podrían ser válidas, estudiando entonces lo elementos relevantes de cada una de ellas y sus consecuencias. Así se llega al análisis definitivo que permite elegir la opción que nos parezca más conveniente. ¡hasta parece sencillo!

No lo es. Los obstáculos pueden aparecer desde el mismo inicio, para lograr determinar ese objetivo. En ocasiones lo que queremos está claro (romper una relación sentimental, cambiar de trabajo...), pero ese deseo puede chocar con nuestros valores morales, los compromisos a los que queremos hacer frente o nuestras creencias limitantes (mis hijos me culparán o el nuevo empleo puede fracasar en un contexto de crisis).
 
Se trata, no obstante, de un proceso que vivimos y experimentamos de forma constante, en cualquier ámbito: personal (elección de pareja), profesional (abordar uno u otro proyecto), familiar (elegir colegio para los hijos), etc.

Sea como sea es un ejercicio en el que debemos estar entrenados, pero no está exento de hacernos sentir ansiedad. ¿por qué?: Existe un cóctel de factores que pueden hacer que la decisión se nos atragante. O incluso el miedo a equivocarnos, provoca en algunas personas una auténtica falta de decisión, una incapacidad muy bloqueante para decidirse entre varias alternativas. Esperar que las cosas se solucionen solas o que los problemas desaparezcan como por encantamiento, es ya en sí misma una decisión: la de no hacer nada. Y en algunos momentos de nuestra vida, incluso puede funcionar. Simplemente la reflexión en ese caso es decidir si queremos ser protagonistas o artistas invitados de nuestra propia existencia.
 

La feroz intolerancia a la incertidumbre de algunas personas, las convierten en absolutas controladoras, inhábiles para delegar o para confiar en otros. En el ámbito profesional estas personas, sobre todo si ocupan puestos de responsabilidad, se suelen convertir en una cruz para sus colaboradores. La incertidumbre forma parte de la vida humana.
 
Algunos autores como Dugas o Gagnon afirman que esa intolerancia a la incertidumbre provoca el trastorno de ansiedad generalizada. Para evitarlo hay que aceptar que en la toda toma de decisiones hay una pérdida irremediable. Es imposible elegir las alternativas quedándonos con todas las ventajas y prescindiendo de todas las desventajas, como si estuviéramos en un laboratorio en el que se puede diseccionar la decisión, salvaguardando todo lo positivo y tirando a la basura lo negativo.
 
“No se puede tener todo, tienes que elegir” le suelo decir a mi hija cuando se queja porque tiene un cumpleaños de su mejor amiga el  sábado a la misma hora que da su clase de equitación, que le apasiona. Aún es pequeña y no está suficientemente entrenada para tolerar esa pérdida. Si decide ir al cumpleaños optará con un rato divertido de juegos y extroversión con sus amigos. Por el contrario si decide ir a montar a caballo, ese rato es de concentración, de esfuerzo físico, pero también de disfrute por el contacto con el animal, la superación del reto de cada clase, etc. ¿De qué dependerá su decisión? De los factores que decida sopesar en cada caso, y en muchas ocasiones, del propio momento.

Creo que ayuda mucho hacer una visualización muy completa de cómo queremos vernos en la acción que hayamos elegido. Esa visualización, lenta y muy recreadora, con detalles, sirve para ratificar nuestra decisión inicial o para decidirnos por otra alternativa.
Cuando las decisiones a las que nos enfrentamos son más trascendentes para nuestra vida, nos suele atenazar el miedo a fallar, a equivocarnos, a no poder rectificar. Ante esto creo que no hay recetas mágicas. El error es una importante fuente de aprendizaje y habría que desdramatizarlo (sobre todo en el área de la empresa), pero nos enfrentamos en esos casos a procesos más o menos largos, complejos e incluso dolorosos. Y es preciso vivirlo para madurar las decisiones y no sentir el vértigo del precipicio a nuestros pies.

Recuerdo una frase de un profesor que decía: “he pasado toda mi vida preocupándome por cosas que nunca sucedieron”.

Hay que centrar nuestra energía y análisis en lo importante, aquello que tiene que ver con nuestro objetivo, siendo capaz de discernir lo superfluo, para no dedicarle bríos que no corresponden a cosas nimias, porque nuestro entusiasmo y fuerza nos hará falta para tomar las decisiones importantes.

Por cierto, las próximas vacaciones, ¿mar o montaña?
 Publicado por May Ferreira.
Executive Manager de R&H Talento y Personas
 


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¿Culpabilidad? No, gracias.

Posted by Juan bueno On viernes, diciembre 11, 2015 No comments
Tengo en casa a un invitado de diecisiete años al que conozco desde que nació, que ha venido a Madrid a pasar unos días y se ha quedado a dormir para estar con mis hijos. Aunque es poco habitual a esa edad, este es muy madrugador, y cuando estaba en la cocina preparando algunas cosas ha aparecido, con su pijama azul y descalzo, con ese gesto en el que uno se rasca la nuca medio dormido como organizando su cerebro y saluda a cualquiera sin ver mucho quien está contigo. Nos hemos sentado en la mesa de la cocina, yo con una taza de café y él con un cuenco lleno de leche con cereales. Con ese gesto muy suyo, agachadando la cabeza, un brazo bajo la mesa, masticando despacio y aún con las defensas bastante dormidas, hemos charlado de algo que parece lleva tiempo haciéndole sentir bastante regular.
cereales
No hay culpabilidad por grande que sea, que pueda resolver un solo problema. La culpabilidad es una auténtica máquina capaz de alterar gran parte de nuestra vida, y somos muchos los que alguna vez hemos estado sometidos a ella. Alguien te dice algo destinado a recordarte que has sido una mala persona por algo que dijiste o no dijiste, sentiste o no sentiste, hiciste o no hiciste y tú respondes sintiéndote tan mal e incómodo en ese momento que lo que te invade no es solo un sentimiento de preocupación por lo que ocurrió sino un sentimiento de culpabilidad que repercute en tu presente inmovilizándote de alguna manera. Echarse más cereales y otro chorro de leche me permitieron seguir hablando de ese sentimiento tremendamente inútil que le invadía. Verás le dije, no hay nada menos eficaz que dejar en nuestra memoria escondido y echar mano de un recuerdo, que sirve para hacernos sentir mal. En cada momento de nuestra vida optamos y tomamos decisiones a veces muy acertadas, otras veces menos acertadas y otras muy poco acertadas. Los errores que uno puede cometer y que seguirás cometiendo no sirven para mortificarnos sino para aprender, calibrar y cambiar. Un silencio y una mirada larga, me permitió hacerle dos preguntas: ¿Cúal es la verdadera razón por la que te sientes así, lo has pensado?. El embrión que gesta la culpa, puede tener muchas formas, no cumplir las expectativas de otro, valorar que has hecho un daño irreparable, no permitirnos disfrutar cuando otro parece que no puede hacerlo... ¡da igual!.
para que

Y sobre todo...¿Para qué te sirve eso? Me explicó, explicó, argumentó y volvió a explicar todo lo que había ocurrido, lo que había querido que pasara, lo que había pensado, y no pensado, todos los porqués posibles. Cuando los cereales eran una auténtica pasta en el tazón, que yo no me hubiera comido por nada del mundo, le detuve haciendo un gesto con la mano y enseñándoselos, obediente metió la cuchara y se la llevó a la boca con un suspiro que llevaba algo de sufrimiento escondido. Bebí un sorbo de mi café ya frío y dejé mi taza en la mesa para decirle: Sigues insistiendo en lo mismo, sigues rebozándote en lo que pasó. No crees que es mejor pensar que todos tenemos derecho a ser felices, a vivir sin culpas y perdonarse cualquier decisión inadecuada. Todos tenemos cosas buenas y otras que no lo son tanto, creo que es mejor conectarnos con lo bueno que tenemos y tú tienes mucho. Llenarte de culpas, recordar lo que debimos o no debimos, es cargar con algo que sólo te vuelve a traer heridas inútiles, te estás fastidiando tontamente. Has resuelto mucho más de lo que crees.

perdonTe has equivocado y has pedido perdón públicamente, eso no es fácil, reconocer los propios errores y saber disculparse corrige la intencionalidad. Si a alguien aún no le parece suficiente o no se lo cree, no depende de ti, tenlo en cuenta. Has cambiado la forma de entender y has analizado aquello que te hizo equivocarte. Es falso que tú eres el único responsable del malestar de otras personas; también el valor que los otros dan a las palabras y sus propias reacciones dependen de ellos. Cada uno de nosotros tenemos que asumir nuestra actitud frente a los hechos y si hay desproporción en sus actos o respuestas, esas ya no son tuyas. Eres más consciente que no puedes obligar a nadie a hacer lo que tu deseas. Nadie cambia si no quiere cambiar, a veces la mejor manera de que otro cambie es no intentar cambiarlo, a mi me funciona eso. Has aprendido que nuestras decisiones y actos tienen consecuencias y hay que meditarlas y no ser sólo reactivos. A veces hay que correr riesgos y no siempre salen bien las cosas, valorar el impacto de mis actos es parte del riesgo que se asume. Sólo te queda por cambiar el autorreproche, ese sonido interno continuo que tienes, que te sigue persiguiendo y pidiendo explicaciones, que te es difícil de acallar, y que sin darte cuenta puede transformarte en alguien más callado, más temeroso en algunos momentos, y sobre todo menos alegre o espontáneo con emociones bastante desagradables o muy necias. Además estás invirtiendo demasiada energía en lo que pasó y te estás perdiendo otras cosas mejores que ahora están pasando, otras personas que han aparecido y que son estupendas también.

mas triste
Se había terminado aquel engrudo de cereales, pero al menos seguía en la mesa sentado escuchándome. Que sepas que no tengo ninguna compasión ni por ti ni por tus equivocaciones, y por esa mucho menos, no fue tan tremendo, a mi no me lo parece hasta tuvo su gracia, reconócelo. Te queremos como eres, y eso te debe servir para que dejes de flagelarte y además para que laves tu tazón y recogas tu cama. La sonrisa que apareció en ese instante, idéntica a la de su madre valía una fortuna, y no desaprovechó el momento para contarme el detalle más morboso de esa historia que yo conocía muy bien y que me hizo soltar a pesar de todo un ¡¡de verdad que dijo eso!!!, ¡¡¡y lo guardas!!!, ¡¡¡eso es un auténtico tesoro!!!, tenemos que escribir algo sobre ese episodio ¿qué te parece?, nos reímos los dos. 
la-sonrisa
Sé que lo conseguirá, ser buena persona juega a su favor. Dejo encima de la mesa para pensar que muchas veces... cuando la culpa es de todos, la culpa no es de nadie. (Concepción Arenal)...¿o debería estar repartida?.

Publicado por Mila Guerrero.
Manager I+D+i de R&H Talento y Personas

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Las 5 ESES o el arte de las cosas ien hechas.

Posted by Juan bueno On viernes, diciembre 11, 2015 No comments
Dice un viejo proverbio que “las cosas bien hechas, bien parecen”. Esta contundente afirmación concuerda plenamente con la metodología de las 5 ESES, que con origen en la factoría japonesa de Toyota en los años 60, nos ayuda a través de un método sencillo y muy estandarizado, disfrutar de un lugar de trabajo más organizado, limpio, productivo y, en definitiva, agradable. 



Su nombre se debe a las 5 palabras que lo definen que en japonés empiezan por “S”: Seiri (Eliminar o Clasificar), Seiton (ordenar), Seiso (limipar), Seiketsu (normalizar) y Shitsuke (hábito). En inglés su nombre es “Housekeeping” y me parece que introduce un concepto muy apropiado, el de ser dueños de la casa (y actuar como tal) también en el trabajo.

Gracias a mi certificación en la metodología 5 ESES, he implantado con éxito , a lo largo de los últimos 15 años, programas de mejora de la producción basados en dicha metodología, en varias Empresas de diferentes sectores. 

La primera experiencia que se aprende es que la puesta en marcha de estos programas, ademas de requerir un profundo conocimiento de la metodología de las 5 ESES, necesitan del desarrollo en paralelo de un programa de gestión del cambio. Sin este último, todo puede quedarse en la teoría y el programa irá perdiendo pulso paulatinamente, hasta su completa desaparición. Tiempo y dinero invertido en nada.

Es necesario que las personas se apropien de la esencia de la metodología y la hagan suya, para implementar y mantener todas las mejoras

Pero ¿en que consiste la metodología 5 ESES?. Como decíamos al principio, consta de 5 fases:

La primera fase es Seiri = CLASIFICAR
El objetivo de esta fase es disponer en el área de trabajo sólo del material necesario. Por lo tanto el primer paso a dar, es distinguir entre lo necesario y lo innecesario y eliminar de esto último.

En áreas como la industrial, el beneficio es claro. Manteniendo despejada el área de trabajo y evitando pérdidas innecesarias de tiempo debido a material superfluo que nos impide encontrar lo que necesitamos de forma más rápida.

En el ámbito industrial el impacto es muy visual, pero en oficinas o puestos de trabajo administrativos también se reducen de forma considerable el número de errores o tiempos mal empleados. 


La segunda fase es Seiton = ORDENAR
Lo que toca en este momento es organizar el puesto de trabajo, de forma que el trabajador sabe de forma clara y rápida donde está todo aquellos que necesita.

Esta fase responde al lema de “cada cosa en su lugar y un lugar para cada cosa”.

La tercera es Seiso = LIMPIAR
Cosiste en mantener limpio el lugar de trabajo y es una consecuencia de las dos anteriores. La limpieza supone en el caso de sectores industriales, por ejemplo, dejar el lugar de trabajo recogido, las máquinas limpias y las herramientas colocadas en su sitio, etc. Además de limpiar es conveniente tener identificadas las posibles fuentes de suciedad.

Esta tarea es imprescindible cuando se trabaja a turnos, ya que los trabajadores encontrarán las instalaciones y la maquinaria lista para comenzar a trabajar desde su incorporación al puesto de trabajo. 

Esta etapa impacta claramente en la imagen que la empresa proyecta, con puestos de trabajo limpios, bien colocados, organizados y pulcros.

La limpieza, genera limpieza. Lo contrario también se contagia (y seguramente a mayor velocidad).


La cuarta es Seiketsu = NORMALIZAR
También llamada de estandarizar. Esta fase es la que permite crear unos procedimientos de trabajo por los que se convierta en hábito las formas de actuar anteriores. En este caso la empresa debe explicar y hacer saber a toda la plantilla lo que se espera de ellos con las 5 ESES, en tiempo y forma y facilitar los medios para que así sea.

La quinta y última es Shitsuke = HÁBITO
Esta es tal vez la más importante porque permite la comprobación y mantenimiento de todas las anteriores, introduciendo en concepto de disciplina en el sentido de respetar el método y llevarlo a la práctica de forma continuada.

Uno de los aspectos más significativos del método de las 5 ESES es que se aplica a través de la creación de equipos de trabajo heterogéneos, propios de la organización en la que se implanta, necesitando sólo la asesoría y acompañamiento de un especialista, consultor experto en la metodología.

La creación de estos equipos de trabajo, acompañados por el consultor son una esencial fuente de inspiración y control para todo el proceso. Los miembros del equipo deben representar todas las áreas de la empresa (así se recogen todas las necesidades y sensibilidades al respecto), asignando diferentes roles, que quedarán claramente establecidos.

El consultor ayuda a la transmisión del conocimiento sobre la herramienta y su implantación, llevando a cabo junto al equipo, sesiones de formación y sensibilización para toda la plantilla. Desde mi experiencia puedo afirmar que el grado de compromiso que se consigue con este tipo de proyectos, es altísimo por parte de los empleados, incrementando notablemente el orgullo de pertenencia a la organización. 

Hay que tener en cuenta que los resultados de implantación de las 5 ESES son espectaculares, como lo demuestran estas fotos, y las personas que han colaborado en su implantación suelen llevar por bandera el trabajo realizado para hacer de la empresa un lugar más limpio, organizado y seguro. 

Son notables los cambios, más bien diría, profundas transformaciones que han experimentado empresas del sector de la automoción, la hostelería, sector industrial, alimenticio, etc.

Otra de las ventajas que ofrece esta metodología es la autogestión que se produce tras la puesta en marcha efectiva en una empresa. En efecto, una vez imbuida toda la organización de la filosofía de las 5 ESES, el propio grupo de trabajo inicial u otro adiestrado al efecto, revisarán el mantenimiento de la herramienta con auditorías periódicas, nuevas sesiones de formación, etc. Así el papel del consultor es limitado en el tiempo, lo cual también reduce de forma significativa los costes, al convertirse las 5 ESES en una herramienta interna.



“Las cosas bien hechas bien parecen”. Las 5 ESES permiten reducir tiempos muertos, desperdicios, suciedad y contribuyen a aumentar la seguridad, la productividad y el clima organizacional. Reducen los cuellos de botella, mejoran la calidad, optimizan el stock, mejoran la organización, optimizan el uso de la maquinaria y de las instalaciones y en muchas ocasiones, incide y mejora el sistema de incentivos.
Por último, proyectan una imagen de empresa organizada y solvente.

Pasamos muchas horas al día en nuestro puesto de trabajo. Este debería ser lo más agradable posible. ¿te animas a la transformación?

(May Ferreira es Consultora certificada en la metodología 5 ESES)

Publicado por May Ferreira
Executive Manager de R&H Talento y Personas




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06 diciembre 2015

Verdades y mitos sobre la transformación digital

Posted by Juan bueno On domingo, diciembre 06, 2015 No comments
Todo lo que huele a moda o tendencia tiene un problema acuciante: nace con fecha de caducidad. Si esta primavera se llevan las rayas y los colores pastel ¡ay de aquel que no tenga en el armario una de esas prendas! Pondrá de manifiesto su escaso gusto o conocimiento de lo más “in”. Una pena. Pero es todo tan breve que puede resultar estresante hasta la extenuación. Porque la temporada siguiente sólo se llevan los lunares y los tonos intensos. Así que aquellas prendas rayadas como el traje de Obélix y los colores suaves y amorosos quedan relegados al más cruel de los ostracismos.


Con la transformación digital parece que eso no ocurrirá. Más allá de una moda pasajera o una tendencia, ha venido para quedarse. Y los gurús de este asunto no recomiendan dicha transformación para estar al día sino que lo hacen por criterios empresariales mucho más sólidos, el primero es el de ser una empresa competitiva, eficiente y de éxito. Y se aborda en este caso la primera finalidad que dirige la vida de toda empresa. Permitidme decirlo de forma muy sencilla: Obtener resultados, seguir ganando dinero y tener posibilidades de supervivencia para… ganar dinero. De modo que la primera premisa que debe cumplir la transformación digital es tan antigua como la voluntad de los comerciantes fenicios: hacer buenos negocios y que éstos fueran rentables.

La segunda condición está relacionada con la capacidad de adaptación al cambio, y de ésta se deriva la flexibilidad. “Nada es eterno”. Exige un esfuerzo replantear que la concepción tradicional de un negocio que además fue un éxito en el pasado y dio buenos resultados económicos ya no vale para el futuro, y peor aún, ni siquiera tal vez para el presente. Ya lo decía Darwin, con aquella frase tantas veces repetida sobre la supervivencia de los más adaptables y no de los más fuertes. Poco más hay que añadir. Ser flexibles para crear un nuevo modelo de negocio, más tecnificado y cercano a los nuevos clientes se convierte en imprescindible.

Los clientes quieren una experiencia memorable, o como decía aquel famoso cantante “una experiencia religiosa”. En efecto ya no basta con ofrecer un buen producto y un servicio adecuado. Con eso no salimos en la foto. Hay que proporcionar a los clientes algo más. Hay que generar en ellos un recuerdo especial, que cuando lo evoquen traiga a la mente muy buenas sensaciones. En caso contrario el cliente buscará otras alternativas. No olvidemos que el cliente del mundo digital está súper informado de precios, condiciones, opiniones de otros usuarios, etc.

Transparentes como el agua. Así tienen que ser las empresas para que los clientes confíen en ellas. Estamos en la era de la información y cualquier desmán que éstas realicen es conocido y difundido a través de las redes sociales y nada puede hacer más daño a la reputación de una empresa, así que “las cosas bien hechas, bien parecen”. Que alguien se encargará de contar lo buenos que somos. Recordad que no hay mejor embajador de una marca que un cliente satisfecho.

Tecnología y personas. Estos dos elementos van de la mano y lo hacen de forma indisoluble. Las empresas que se enfrentan a la transformación digital sólo mejorando sus procesos a través de la tecnología están abocadas al fracaso antes o después. Porque los cambios se implementan a través de las personas, son éstas la correa de transmisión y si ésta no funciona, aunque dispongamos de la mas sofisticada tecnología de última generación, no será suficiente. Las personas están en dos ámbitos: nuestros clientes (a los que hay que escuchar porque nos proporcionan mucha información útil) y los empleados. Este es uno de los grandes retos al que las compañías tienen que dar su solución particular: ¿Qué es más importante: el cliente o el empleado?. Gran cuestión esta.

Mi opinión es que lo mas importante son los empleados, y me hago eco de las palabras que nos recordaba no hace mucho tiempo  Richard Branson (fundador de Virgin): “si cuidas a tus empleados, ellos cuidarán de tus clientes”.


Y un nuevo modelo de liderazgo. Esta cuestión necesita un post entero, pero puedo adelantar que hace falta un perfil competencial complejo, con un liderazgo fuerte, conocimiento profundo del mercado y dominio de nuevas tecnologías.

Recuerda, no se trata de una moda. La transformación digital vino para quedarse. ¿estás preparado?


En breve verá la luz el libro "La Ruta de la Transformación Digital", a través del cual podrás ahondar en las claves de esta apasionante aventura. 

Tienes disponible, de forma totalmente gratuita, una versión reducida del libro, que te puedes descargar aquí. Espero que disfrutes de su lectura y te sea de utilidad.

Publicado por Juan Bueno.
Managing Partner de R&H Talento y Personas




07 octubre 2015

La confianza es fragil como el cristal.

Posted by Juan bueno On miércoles, octubre 07, 2015 No comments
Toda nuestra vida gira en torno a la confianza. O la desconfianza. Este poderoso elemento condiciona nuestra existencia, provoca que mantengamos relaciones o que huyamos de ellas y está en la base del éxito o fracaso de numerosos equipos de trabajo.


Desde que nacemos existe un fuerte sentimiento de confianza que instintivamente nos hace saber que podemos fiarnos de nuestros padres, que ellos se ocuparán de cubrir nuestras necesidades básicas, de darnos cariño y protegernos. Si pensamos en nuestra pareja, la confianza pone los cimientos a toda la relación. Confiamos en que el otro esté a nuestro lado, sea el compañero o compañera que te sujeta, te anima o simplemente te calma. Por eso la traición duelo mucho, porque quiebra la confianza que se ha ido ganando y formando día a día, momento a momento.

La confianza es una poderosísima motivación, nos empuja y nos decide a actuar porque vivimos la certeza de que los demás no nos defraudarán. La desconfianza por el contrario puede retraer nuestra actividad, nos vuelve más taciturnos y temerosos, e incluso nos puede paralizar. Cuando alguien dice: “no me fío” se disparan un montón de alertas que nos hacen más vulnerables, empezando a analizar lo que puede fallar y sus consecuencias.

La confianza genera un enorme compromiso y una retención sólida. Si un producto o servicio cumple nuestras expectativas y no nos defrauda nos sentimos vinculados a su empresa o a su organización. Por el contrario cuando alguien simula unas condiciones que después no se dan nos sentimos burlados, decepcionados, y ese sentimiento suele ser persistente: “nos dieron gato por liebre” suele verbalizar un timo y a nadie le gusta sentirse vilmente engañado.

La decepción es una sensación desagradable y desalentadora de cara al futuro. La imagen de la estafa o la decepción experimentada rondará como un fantasma por nuestras cabezas.

La desconfianza tiene por tanto un gran elemento de sorpresa, nos sentimos muy contrariados al descubrir que “nos han dado el cambiazo”. Restituir lo que se ha quebrado es tarea ardua, salvo que se demuestre que existió un error o equivocación en el que no existió la mala fe. 


Las relaciones comerciales que establecemos se basan en la certeza de que la otra parte cumplirá con lo pactado, o con lo que le corresponda. Cuando compramos un producto confiamos en que los ingredientes que lo componen son los que aparecen en la etiqueta; cuando invertimos en un producto confiamos que nuestro dinero acabará en el sitio correcto; cuando alquilamos un piso confiamos que el inquilino tratará la propiedad con la diligencia debida.

La confianza se construye con el paso del tiempo, con las grandes y las pequeñas decisiones, con el día a día, cuidando mucho la relación. En el mundo de los negocios sabemos que un cliente que confía y cree en lo que le ofrecen hace una maravillosa publicidad, además gratuita. Y al revés, un cliente descontento, defraudado y falto de confianza lo pregonará a los cuatro vientos creando enorme recelo en los que le escuchan.


La confianza necesita reciprocidad, pedimos seguridad y certidumbre y sabemos que nosotros somos objeto del mismo sentimiento. La convicción de que el otro responderá es la misma que él tiene respecto a nosotros. Pero es frágil, tanto como el cristal. Se puede quebrar de un golpe fuerte y certero o ir rompiéndose poco a poco con pequeñas lesiones. 

Trabajar la confianza es rentable. Lo saben muchas marcas comerciales o negocios de todo tipo que hacen de ella su lema o razón de ser: “del caserío me fío”; “confianza: hemos abierto una cuenta al futuro” (Bankia); “tu aseguradora global de confianza (Mapfre)….

Wolkswagen ha quebrado de forma brutal y sorpresiva la confianza en una marca, afectando a un sector y hasta a la “marca Alemania”. Y es que a veces la avaricia rompe el saco, y no se miden las consecuencias poniendo a una marca solvente al borde del precipicio. 


Su lema era “Das Auto”. Ya no. La confianza es frágil como un cristal, y aunque se unan los trozos el resultado ya no es el mismo.


Publicado por May Ferreira.
Executive Manager de R&H Talento y Personas




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30 septiembre 2015

Una conversación durante una comida que a todos este verano nos pareció muy interesante.

Eramos ocho en la mesa, uno de los chicos que llevaba un día algo enfurruñado, más callado de lo habitual en él, y con pocas ganas de saltar olas, hacer un recorrido en bici por la Camocha o jugar un partido como siempre proponía; cuando habíamos pedido varias veces agua al camarero y este parecía resistirse, primero a atender la petición y luego a traerla, nos dijo con un tono contundente:

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-Soy a veces incapaz de aguantarme, me dan ganas de levantarme yo y….
Su madre rápidamente le interrumpió para decirle:
"No siempre pueden cuando tú lo deseas."
-Ya pero es como que me disparo, le contestó. A veces según me están saliendo las palabras de la boca, sé que no debería haber dicho o hecho algo, y me gustaría poder meterlas de nuevo en mi boca y tragarlas… pero ya no hay remedio.
Tuvimos que reírnos todos.

"Siempre has sido así muy de intervenir inmediatamente, le dijo su madre; recuerdo la vez en que se salía agua del radiador del coche y tu padre y yo mirábamos agachados buscando por donde se salía y con tres años te colaste entre los dos para decirnos con una lengua aún casi de trapo: “¡¡quitaros que ya lo miro yo!!”. Y sin más te tiraste al suelo a ver el radiador, mientras atónitos te mirábamos pensando si sabías qué era un radiador de coche"

Escenificando todo con una serie de gestos, ella nos hizo reír aún más a todos.

En ese mismo momento llegó el agua a la mesa, “Gracias estaba muriéndome de sed” dijo. No hubo respuesta por parte de quien la había traído, pero si más risas en la mesa.

"Deberías practicar en entender..."

No le dejó terminar
-Es que tú siempre entiendes a todos, y aguantas todo. Contestó de nuevo a su madre.

"Eso no es del todo cierto. A mi también a veces las cosas que no salen como deseo, me sacan de quicio. Sabes además que cuando me han hecho sentir mal durante tiempo, he tenido que hacer grandes esfuerzos por controlarme y no hacer un daño quizás irreparable. Pero me controlo y sobre todo dedico un tiempo a pensar en las consecuencias, para mi y para las personas que podrían verse afectadas si reacciono tan enfadada"

-Lo sé, pero a mi me parece que tendrías que haber demostrado...

Otro muchacho de la mesa salió en su defensa.

-No, no, ahí tiene razón. Si te dan caña, tu más caña.

- Yo he aprendido a aplicar la regla del 7 y es tremendamente eficaz: ¿Qué pensaré de esto dentro de siete días?, ¿Y dentro de siete meses?..¿Y dentro de siete años?. La importancia de algunas cosas desaparece. Yo me puedo aguantar sin sentirme tan mal. Siempre busco otra forma de verlo, y acepto que también pude equivocarme al esperar algo que no parece posible.

Cualquiera podría decir que lo que acabamos de leer es un tema de autocontrol, y es cierto, o de paciencia y también lo sería; pero el núcleo que esta situación está en la tolerancia a la frustración.

chiste frustracion
La tolerancia a la frustración se aprende, como casi todo, es cierto que hay temperamentos a los que les resulta más difícil ejercitarlo y necesitan echarle más esfuerzo, tiempo y técnicas que otros caracteres más serenos y analíticos, capaces de demorar la satisfacción o de buscar alternativas a los acontecimientos desagradables.

Albert Ellis fue uno de los primeros autores que trabajó este concepto. La baja tolerancia a la frustración está relacionada con dos aspectos:

  1. Una percepción exagerada, y errónea, de la situación que estamos viviendo.
  2. La creencia de que no podemos ni queremos vivir el malestar que estamos experimentando.
Las personas propensas a sentir ira, enfados o reaccionar de manera exagerada interpretan las situaciones de una forma bastante distorsionada, lo que incide directamente en mantener su irritabilidad.

enfadado
Para el Dr. Albert Ellis, estas personas tienen pensamientos, reglas y expectativas muy rígidas que regulan su vida. Una visión desproporcionada de los acontecimientos con verbalizaciones catastrofistas “es horrible”, “es terrible”, “es trágico”, “es un desastre” “no lo puedo consentir” “no lo aguanto”. 

Afirmaba además que la baja tolerancia a la frustración es una creencia irracional que se define como una incapacidad para aceptar las situaciones y a las personas como son, mediante la imposición de la creencia de que las cosas “deben” ser de una determinada manera, como yo creo, pero poco realista y objetiva, de ahí el adjetivo irracional.

La frustración forma parte de la vida y, aunque no podemos evitarla, podemos aprender a gestionarla y superarla… los tres pasos iniciales:

  • Diferenciar mis deseos y mis necesidades, evitando reaccionar a los primeros como si fueran necesidades orgánicas que requieren satisfacción y alivio inmediato.
  • Controlando los impulsos. Antes de hacer algo que pueda resultar perjudicial, pensar en los resultados que has obtenido cuando has reaccionado igual en circunstancias similares y en las posibles consecuencias no solo para uno mismo.
  • Aprendiendo a soportar el dolor y el malestar con buenos hábitos de autocontrol, evitando resolverlos de forma inmediata y compulsiva.

Así que, cuando se acabó el agua, tuvimos que volver a pedir otra jarra, pero ya no había tanta sed, pudimos esperar, había mucha gente en el restaurante a esa hora.

Dejo encima de la mesa para pensar que ... nada es, ni tan importante, ni tan necesario, ni tan imprescindible…

Publicado por Mila Guerrero.
Manager I+D+i de R&H Talento y Personas
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10 septiembre 2015

De las chanclas a la corbata: regreso a lo cotidiano

Posted by Juan bueno On jueves, septiembre 10, 2015 No comments
Una famosa canción de hace algunas décadas decía: “el final del verano llegó y tú partirás…” y en efecto así es. La estación meteorológica aún tiene unas semanas por delante, pero lo cierto es que el verano entendido como espacio de asueto y vacaciones ya es para muchos de nosotros un recuerdo, aún cercano, que rememoramos constantemente. Todos repetimos (los que hemos podido disfrutar esas vacaciones) los viajes, el relax, la ausencia de horarios, los amigos, la playa, el chiringuito, los deportes, la aventura o esos planes que hemos preparado durante meses. 




Y en ocasiones todo ese periodo vacacional está un poco idealizado, y puede resultar un tanto frustrante. Incluso nuestros recuerdos están un poco edulcorados. No resulta muy apetecible reconocer ante los demás que el viaje de nuestros sueños no estuvo a altura de lo esperado; la familia un tanto hostil; la paella del chiringuito mediocre; o la relación con la pareja menos idílica de lo deseable. 

Pensaba en este tema hace un par de semanas oyendo un programa en la radio gallega sobre la búsqueda de la felicidad. Después de una hora de charla con los oyentes y alguna aportación más científica la conclusión era que casi permanentemente estamos persiguiendo la felicidad, esperando un estado placentero, de satisfacción y alegría, que nos imaginamos como poco cotidiano. En nuestro deambular soñador sobre esos estados de bienestar y gozo probablemente perdemos muchos momentos que pueden resultar absolutamente deliciosos, con los que sentirnos en la gloria.

En ese camino de incesante persecución de la felicidad Aristóteles afirmaba que ésta no se encontraba en la búsqueda de los placeres, sino en alcanzar una “teoría del equilibrio”y para lograrla “hay que practicar actos buenos, justos y equitativos”. Este planteamiento filosófico, como vemos, tiene más que ver con aspectos intrínsecos de la persona que con bienes o deseos materiales. En una interpretación mucho más prosaica no hay porque asociar estar en una hamaca frente al mar saboreando el refrescante gin tonic que me han servido con un momento placentero o feliz. Ese momento puede ser tremendamente desgraciado u oscuro. Seamos realistas. ¿no podemos alcanzar momentos de agrado, de gran complacencia en el trabajo? ¿qué sentimos entonces cuando nos aprueban un proyecto o cuando se valora un trabajo bien hecho? ¿qué mecanismo malévolo hace que asociemos el trabajo con una maldición y las vacaciones sólo con despreocupación y fortuna?

Un pensador actual como José Antonio Marina afirma: “la felicidad consiste en la armoniosa satisfacción de nuestras dos necesidades esenciales, la de disfrutar (faceta hedonista), y por otro lado, y aunque resulte paradójico, la de vivir en tensión”. En efecto el hombre necesita ser reconocido y valorado en lo que hace, saber que es útil, necesario, adecuado, creativo o bello.

Todo lo que hacemos busca la felicidad, nadie desea sentir dolor, sufrir o saberse frustrado. Queremos vivir con tranquilidad y alegría, disfrutando de lo que nos rodea y sin temer desgracias que nos acechen. Claro, es humano y lógico. Pero a veces tenemos un poco desenfocado el asunto.

De las chanclas a la corbata nos invita a reflexionar sobre lo que es esencial en nuestras vidas, sobre esos momentos de goce en los que nos podemos sentir muy afortunados, aunque nuestra economía esté maltrecha. Hay que disfrutar las pequeñas y las grandes cosas, todas aquellas que nos hagan sentir y vivir un momento grato, apacible, de los que provoca una sonrisa. Y esos se pueden producir en la playa o en la montaña, pero también en la oficina o en la fábrica, o en un paseo con la familia, o en una sobremesa con amigos, o en una conversación interesante o en un día de trabajo intenso con tu equipo, o cuando llegas a casa y simplemente aprecias el sonido y la luz de tu hogar.

Las vacaciones o un proyecto profesional están muy relacionadas con las construcciones mentales que nos hacemos al respecto. Esto significa que puedo imaginar un viaje maravilloso y lleno de experiencias interesantes o pensar más en las dificultades de organización o el choque que puedo experimentar en otras culturas. Tanto en uno como en otro caso mis recuerdos pueden ser positivos o negativos en función de cuáles eran mis expectativas. De igual forma puedo visualizar un proyecto profesional como un reto, creativo y dinámico y ese proceso puede anticipar momentos de felicidad intensa.

He disfrutado de unas buenas vacaciones, valorando la ausencia de despertador, el sol, el mar, la familia y tiempo para la lectura. Pero retomo ahora mi actividad profesional con ilusión y ganas de abordar proyectos. Guardo con una sonrisa mis chanclas y saco los zapatos de salón dispuesta a disfrutar todo lo que pueda del ocio y del trabajo. Porque la felicidad es también una cuestión de actitud.


Publicado por May Ferreira.
Executive Manager de R&H Talento y Personas


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