Las noticias que he tenido ocasión de oír estos últimos días son de las que estremecen en lo más hondo; y no hablo ni de las cifras del paro ni de ningún escándalo de corrupción. Me refiero a noticias como la de un parado que quiere atentar contra la vida de unos políticos italianos, con motivo de la toma de posesión del nuevo primer ministro y acaba hiriendo a unos policías y a una embarazada. O la de una fábrica textil que, al hundirse, deja más de 400 muertos en Bangladesh, siendo que previamente algunos trabajadores habían informado de la aparición de unas inquietantes grietas, sin que su voz fuera escuchada, o las relativas a la enésima pista falsa sobre la desaparición de Marta del Castillo… prefiero no seguir. Y no termino, porque cuando estaba acabando de escribir este post llega la noticia de la detención de una madre en Córdoba, por matar presuntamente a su hijo, arrojándose al río Guadalquivir. Y todo esto sucede sin que aún se hayan desvelado las claves del atentado en la maratón Boston.
¿Pero qué tipo de noticias son éstas? Me recuerda a aquellas que aparecían en el desaparecido periódico sensacionalista "El Caso", que eran tan truculentas que se decía que a veces eran inventadas. Ahora no. Ahora son tan crueles que hasta cuesta creerlas.
Sé perfectamente que las noticias, más o menos dramáticas, están al orden del día, pero lo que me impacta sobremanera es el despropósito total, la infinita crueldad. La brutalidad con que se nos relatan ciertas actuaciones, es hasta dañina. Son sucesos en los que la maldad parece una palabra inocente: se actúa con salvajismo, impulsado por la barbarie, y además ésta se ensaña con horror en los seres más allegados como son los hijos.
¿Qué le está pasando a nuestra sociedad? ¿Qué negros pensamientos pueden alentar a cometer semejantes atrocidades? Esta inusitada violencia ¿a dónde nos conduce?.
Reconozco que estas barbaridades, a manos de otras personas, me provocan las más sombrías sensaciones. Me conmueve cómo pueden quedar las vidas de las personas cercanas a esos asesinos (presuntos, claro), aunque a sus víctimas no se les pueda aplicar el adjetivo de “presuntos”. Ellos lamentablemente ya son reales.
No quiero escribir una crónica negativa, soy un ardiente defensor de la motivación, la energía, el positivismo, pero debo reconoceros que hay días en que, mantener esa actitud, cuesta un enorme esfuerzo.
¿Qué pasa con nuestros valores? Estos comportamientos sólo pueden provocar decepción, dolor y rechazo. Es que ante asuntos de esta magnitud, no hay una buena noticia que pueda contrarrestarla. Pero yo quiero seguir confiando en el ser humano, en que somos esencialmente buenos, en que estas situaciones sólo pueden ser excepcionales, propias de almas atormentadas y seguramente enfermas. Que es raro, muy raro que esto pueda ocurrir. Es antinatural y por tanto poco frecuente.
Sólo pensando así uno puede seguir adelante ¿no os parece? Desde este blog hablamos del desarrollo de habilidades, de áreas de mejora, de crecimiento personal y profesional… pero para que todo eso tenga sentido debemos trabajar con personas normales.
La normalidad, la sensatez, la cordura, deben de ser las inspiradoras de nuestra vida. Estas noticias que hemos comentado, son tan extremas que dejan todos nuestros temas de desarrollo profesional al margen: en un ridículo segundo plano.
Por eso voy más allá, los valores que están en la base de nuestra Sociedad, de nuestras Empresas, de nuestras familias son sagrados. El respeto, la educación, la consideración hacia otros seres humanos, en un plano de igualdad total, es imprescindible para mantener una convivencia pacífica.
Sin eso no hay vida, nuestra existencia sería un imposible, más propia de animales salvajes que de seres dotados de raciocinio. Nuestra energía tiene que volcarse en el avance de la humanidad, en el progreso. Y si se manifiesta en algún grupúsculo una tendencia malévola, ésa debe de ser apartada con los mecanismos que cada sociedad, en base a sus leyes, tenga establecidos.
La paz en el mundo es una utopía, pero es que esto es la guerra. He oído que alguien, en un medio de comunicación, hacía referencias a estos hechos tan horrendos y afirmaba que “la crisis está sacando lo peor de cada uno”. Yo me niego a creer tal barbaridad. Un difícil momento económico como es éste, nos lo pone desde luego más peliagudo y nos estamos enfrentando a momentos duros, espinosos, en los que nuestros sentimientos pueden ser confusos, pero eso está muy lejos de cometer ese tipo de atrocidades.
Quiero pensar que, como dije antes, esto es sólo una excepción. Y voy a acabar con una frase que es una invitación a la reflexión “No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética, lo que más me preocupa es el silencio de los buenos.” Martin Luther King.
Juan F. Bueno