18 abril 2013

¿Tienen alma las Empresas?

Posted by Juan bueno On jueves, abril 18, 2013 2 comments
Las Empresas son organizaciones con una determinada estructura, más grande o más pequeña. Organizadas gracias a equipos de personas (en un supuesto ideal, correctamente seleccionadas y formadas para el desempeño de su puesto) y orientadas a la obtención de beneficio económico en un plazo de tiempo determinado. Ni más ni menos.

 

Si nos paramos a pensar en las organizaciones empresariales que conocemos, veremos que cada una de ellas tiene sus peculiaridades propias, igual que las tienen las familias de las que formamos parte, o la comunidad o el barrio en el que vivimos.

Lógicamente hay muchos elementos comunes en todas ellas: la voluntad lucrativa, la organización de tareas, la disposición de bienes materiales y personas, etc. Cada una tendrá un objetivo diferente según el área de mercado en la que se integre, producción de bienes o servicios, etc.

En no pocas ocasiones he oído la frase "todas las Empresas son iguales” o "eso es lo habitual en la vida de las Empresas”. Y si bien estas frases tienen mucho de verdad, no lo son de forma absoluta.
 
Hay diferencias muy grandes entre unas y otras que deben de reflejarse sin duda en la gestión de sus Recursos Humanos.

Y esta afirmación, que por evidente podría ser obviada, es vital. Y es también la causa de muchos fracasos de las políticas de RR.HH., ya que con frecuencia se intentan importar modelos  de unas Empresas a otras. Modelos que ya han sido probados o herramientas que fueron un éxito en una organización concreta y que se espera que funcionen en otras, cuyas características, cultura e idiosincrasia, son distintas.

Si alguno de vosotros cae en la tentación de hacer eso (lo que yo denomino el copio-pego), el traspié está garantizado. No me gusta dar consejos, sino más bien compartir mis conocimientos y lo que pueda ser útil de mi experiencia, pero si os dedicáis a importar y aplicar políticas de RR.HH. de unas Empresas a otras, pensad en la advertencia que estáis leyendo ahora "tiene muchas posibilidades de ser  un fracaso”.

Las soluciones que puedan ser idóneas en una multinacional probablemente no serán entendidas en una Pyme y resultarán bastante ajenas en una Empresa familiar.

Pero voy más allá, incluso entre Empresas similares en tamaño u objetivos, hay que ser muy prudente en ese intento de "traslado" de políticas. Las organizaciones son heterogéneas porque están formadas por personas y cada empleado aporta su propia idiosincrasia, más allá de que nos adaptemos a las normas y procedimientos en vigor en cada una de ellas.
 
Por eso me planteo el título de este post, ¿tienen alma las Empresas? Tal vez esta cuestión se relaciona con lo que comúnmente se llama "la cultura" de la Empresa. Definirla no es cuestión baladí. Determina la “vocación” de la organización que va más allá de sus objetivos. Es la forma en la que se quiere conseguirlos. Dicho de forma sencilla: el cómo.

La forma de retribuir, promover o formar a los empleados dependerá en gran medida de la cultura de la Empresa y serán necesariamente diferentes, a veces incluso opuestas entre una multinacional o una pequeña organización. Políticas como, por ejemplo, la retribución flexible o el teletrabajo pueden adquirir toda su dimensión en una gran empresa muy tecnificada, pero serían inaplicables en una de pequeño tamaño, más de corte artesanal, tanto por el concepto como por el coste.

Por encima de las diferencias, el empresario debe asegurar que el empleado se encuentre en un ambiente en el que pueda desarrollar plenamente sus capacidades, con un entorno adecuado, con profundo respeto por su profesión y su condición humana.
 
De todos los aspectos que podríamos mencionar como necesarios en esa política general de Recursos Humanos destacaré el de la capacitación o formación.

Y lo hago porque en la situación actual la capacitación (más ligada a los conocimientos técnicos) y la formación (concepto más amplio que incluye conocimientos, habilidades y aptitudes) resultan imperiosas para mantener la competitividad de la Empresa en el mercado.

Creo firmemente que una de las mayores ventajas competitivas, sostenible en el tiempo, es la que se obtiene a través de empleados plenamente formados y adaptados, con un  rendimiento adecuado.

En general cuanto más maduras son las organizaciones, mayor es su apuesta por el capital humano, que es realmente lo que aporta un valor diferencial a las organizaciones y elemento principal para garantizar la eficiencia.

De cómo la pérdida de valores está afectando a la marcha de nuestras Empresas en nuestro país y a las relaciones entre  sus integrantes,  será objeto otro post, que no me apetece tanto escribir, pero que la actualidad una vez más, nos impone.

Juan F. Bueno

La Espana de charanga y pandereta

Posted by Juan bueno On jueves, abril 18, 2013 No comments
A veces es difícil desligar la actividad de escribir en un Blog de la actualidad, de las noticias que nos bombardean sin cesar. 
 
El objetivo de mi Blog, es reflexionar sobre temas de Recursos Humanos, y en su mayor parte, relacionados con el mundo Empresarial, pero es casi imposible sustraerse a lo que ocurre ahí fuera sin que ello provoque al menos  una ligera cavilación. Al menos unas líneas.
 


 
Hoy nos hemos desayunado con un gran despliegue informativo en los juzgados de Málaga para oír la sentencia que inculpaba a Isabel Pantoja, Maite Zaldívar y Julián Muñoz, sobre un delito de blanqueo de capitales. Algunos programas televisivos hacían el seguimiento en directo, como si se tratara de un gran acontecimiento, con un sinfín de periodistas acreditados.
En el banquillo de los acusados se sentaban los tres citados y dos personas más. De ellos no hemos sabido nada. No son noticia. No forman parte del mundo del colorín y de su identidad y sentencia condenatoria (si es que la hubo) no se dijo ni una sola palabra. Son personajes prácticamente inexistentes. No tienen glamour. Lo digo con toda la cautela que merece el tema. Tal vez esas personas están encantadas de permanecer en el anonimato y no airear sus miserias delante de todo el país. Tal vez sea así, pero la indiferencia hacia su suerte, la total ignorancia sobre su devenir me parece cruel. Qué más da lo que les ocurra!
 


Las noticias "interesantes" eran las relativas a los acusados conocidos o famosos o permitidme la expresión, cutres. Y lo digo como sinónimo de miserable, ruin. Porque lanzamos a las primeras páginas de los periódicos a personas que han sido condenadas por “distraer” dinero público, obtener prebendas, blanquear dinero… Cualquiera que sea la calificación jurídica de estos hechos, no refleja precisamente la imagen de ellos como  ciudadanos ejemplares.
A través de sus vidas vemos cantidades de dinero que a la mayoría nos parecen inalcanzables, vidas de lujo y poder. Incluso son ejemplo de lo que se puede llegar a conseguir cuando uno era un simple camarero  (como era el caso de Julián) o un ama de casa (palabras pronunciadas por ella misma) de Maite. Ninguno de ellos ha de ser tenido en cuenta como comportamiento íntegro, ni son modelo de virtudes precisamente. Qué decir de la señora folclórica!
Sin embargo nos empeñamos en lanzarlos al estrellato una y otra vez, con un despliegue informativo difícil de justificar. Hacemos héroes de villanos.
 
¿Por qué? Bueno, esas personalidades tienen tirón. Venden mucho, dan audiencia, tienen seguidores y seguro que generan negocio. Pero ese fundamento, no vale  para explicar el seguimiento mediático, la casi admiración que provocan.
Porque somos un país de extremos. O les encumbramos o les derribamos, pasamos de un extremo a otro con total naturalidad. Pero nadie parecía abatido por la suerte que corrían el resto de los encausados. Esos, simplemente no existían, no merecerán ni una crónica, no venden periódicos ni revistas. No son, no están, no se les espera.
 


Lo peor de todo esto es que uno de los condenados, el insigne Julián, camarero venido a más, dirigió la vida municipal de una de nuestras ciudades más turísticas. Pésima imagen la que dimos fuera. Y menudo desfalco el que padecimos dentro!!!!!.
Las consecuencias de todo ello fue el mayor desplome  del turismo exterior que, aún hoy muchos años después, seguimos padeciendo.
Aunque tal vez la imagen más impresionante para mi retina ha sido la de la salida de los juzgados. En ese momento ya habían desaparecido de la escena el resto de los acusados (uno preparando su entrada inminente en prisión y la otra llorando su suerte de ama de cada engañada) y la folclórica se dirigía hacia su coche. En ese momento rodeada por numerosos miembros de las fuerzas de orden público se produjo una auténtica avalancha. Yo miraba con incredulidad sin saber si era la salida de un concierto de la cantante o celebraban que “sólo” le han impuesto una multa de más de un millón de euros, cuando se llegó a pedir más del doble.
Fruto de los empujones y de la algarabía la cantante se cayó al suelo y fue levantada casi en volandas por los policías que hacían lo imposible por meterla en el coche.
El peso de la justicia puede ser aplastante, pero también lo puede ser el peso de los admiradores, que la pretendían sacar en volandas. O los detractores que proferían gritos e insultos. Ya lo he dicho, somos un país de extremos. La moderación es para otros. Lo malo es que esas actitudes a veces exaltadas las llevamos a otros ámbitos, el Empresarial, el cotidiano.
 


Revivo de nuevo la escena y no sé si la gente que formó el tumulto lo lamentaba o lo celebraba. Esos aspavientos no traen nada bueno, esa manifestación tan intensa y descontrolada de sentimientos no inspira serenidad. Y en la situación actual la templanza, la objetividad y el equilibrio me parecen piezas imprescindibles para rehacer nuestro puzle.
Por cierto, ¿alguien conoce la sentencia de los otros dos encausados?
 
Juan Bueno

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