Siempre he sido un firme defensor de la gestión de Recursos Humanos, como una faceta del mundo de la Empresa que debe ir por delante (deseable) o al menos de la mano (exigible) respecto a la estrategia de la Empresa.
Sin embargo durante años he conocido Departamentos que han funcionado como una mera gestión de personal: nóminas, vacaciones, permisos, expedientes… todo eso es necesario, claro que sí. Pero eso es sólo la administración de personal. Lo mínimo exigible. La gestión de los Recursos Humanos requiere crear valor, aportar algo distinto y enriquecedor, que propicie el crecimiento profesional de los integrantes de la Empresa.
Pero como decía al principio, a lo largo de los años, me he encontrado mucho “de lo otro”, lo puramente administrativo. Y ese planteamiento no ha ayudado demasiado a nuestra función, o mejor dicho a la imagen que hemos proyectado de nosotros mismos.
Por eso, en estos tiempos convulsos que vivimos esa función tiene que ser todavía más esmerada. No podemos negar que la creatividad es, en estos tiempos, uno de los elementos trascendentales. Recuerdo una frase de Einstein que últimamente oigo con relativa frecuencia: “en tiempos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento”.
Estaréis pensando por qué pongo la foto de un plato exquisito. ¿Hablamos de cocina o de RR.HH.? Pues de ambas, porque hablamos de estrategia empresarial, de creatividad. Hablamos de atrevernos a hacer cosas diversas para aumentar nuestro abanico de posibilidades.
Mi post de hoy se ha inspirado en una comida de domingo en un pequeño restaurante de Majadahonda que nos gusta mucho. Y es su dueño, por su concepto de negocio, el que me ha suscitado esta línea de pensamiento.
Al frente del negocio está Víctor Reina. Se trata de un joven cocinero (debe de rondar los 30) que dirige un restaurante de esos que se denominan de autor, o sea con un sello muy propio, muy suyo. Tiene un innegable talento por la cocina y desde luego pasión por lo que hace. Algunas de sus cualidades, nada despreciables, van orientadas a saber cuidar al cliente, mimarlo, hacer que se sienta especial, establecer con él una comunicación amigable… Todo eso que desde luego no es baladí, son competencias pertinentes en este momento, pero que por sí solas, no garantizan nada.
Pero Víctor Reina, este joven de buenas aptitudes, lo añade a un restaurante agradable en el que ofrece un producto muy elaborado: buena materia prima tratada con mimo y conocimiento a pesar de su juventud. Y lo hace con pasión y sobre todo con creatividad.
Le traigo a este post porque reúne dos cualidades que le hacen idóneo para alcanzar el éxito: la innovación y la adaptación al cambio. Ha conseguido unir una fórmula que me parece correcta: calidad, cocina de gran sabor y precios más que ajustados.
Hace unos años, pocos, cuando Víctor empezó su andadura decoró un restaurante agradable, estéticamente cuidado, con una mezcla moderna y retro, jugando con los contrastes. Hacía una cocina original, pero respetando sabores y texturas y atendía de maravilla a sus clientes. Cuidó el personal que contrataba: buenos profesionales y muy agradables. Era un placer acudir allí, a comer o cenar.
Pero pasó algo de tiempo y llegó la maldita crisis y el negocio se resintió. La gente salía menos y gastaba menos todavía. Víctor hizo entonces un ejercicio de adaptación al cambio ineludible. “adaptarse o morir”. Redecoró el local con un aire más informal, elaboró una nueva carta en la que se mantenían algunas de las delicias de siempre y se añaden tapas y otras fórmulas basadas en una gran cocina, pero muy moderadas de precio.
¿Qué significa esto desde el punto de vista empresarial? Tener ideas y sobre todo tener el valor de llevarlas a cabo.
Nuestro joven emprendedor captó que la creatividad y la adaptación son indispensables, no sólo para alcanzar el éxito, sino también para la supervivencia del negocio, a través de la oferta de nuevos productos (las llamadas gastro tapas) o servicios (encárgame la comida y te la llevaré a casa) e impacto en las redes sociales (actividades en Twiter, Facebook, difundir ideas, abrir debates, etc.).
No sabemos qué le deparará el futuro a Víctor, pero está poniendo toda la carne en el asador para salir adelante con garantías. Hay algunos factores que no dependerán de él, pero en lo demás, toma las riendas, asume un nuevo reto y decide adaptarse. Sabía decisión.
¿Qué hacemos en RR.HH.?. Está claro que ahora, tal vez con más intensidad que nunca, nuestro papel se convierte en primordial, pero tal vez tengamos que seguir el ejemplo de nuestro joven empresario.
Sí, las organizaciones nos necesitan más que nunca pero nuestras políticas deben adecuarse al momento. Los procesos de selección han cambiado mucho (más promociones internas, menos head hunters, más redes sociales, más networking…) y es preciso adaptarse a ese nuevo modelo. Qué decir de las políticas en materia de formación o desarrollo. Vitales ahora para alcanzar o mantener la competitividad. Pero deben de amoldarse a unas necesidades distintas. Sí, somos necesarios, pero con otros modelos, más adaptables, más flexibles, y más baratos. Víctor cambió la decoración, amplió el espectro de su clientela, mantuvo la calidad, siguió mimando a su cliente, y …. ajustó el precio. Pero no por eso se va a estancar, se va a quedar quieto. Al contrario, tiene que seguir curioseando, olfateando lo próximo que va a querer su cliente, cambiante, volátil. Tanto como el propio mercado.
En nuestra área de personas, tenemos que ser así: Adelantarnos, investigar, buscar qué nos van a demandar, qué necesidades tendremos que cubrir. Y además hay que hacerlo de forma rápida, porque las novedades dejan de serlo a gran velocidad.
Hoy mientras comía con mi mujer (platos de nombre largo y ración adecuada) y veía a este joven empresario corretear entre las mesas, con su ilusión intacta y volcado en cada plato como si fuera el primero, pensé que esos son los ingredientes básicos de una organización de éxito, ya sea un restaurante, una consultora o una Empresa de telecomunicaciones.
Entusiasmo, ilusión, humor y muchas ganas. Y para la cocción tiempo, pasión y un enorme compromiso con cada plato.
Piensa en tu Empresa con esos ingredientes y no digas que tú no puedes hacerlo. Esos elementos están a la venta en la tienda de la esquina. Sólo tienes que decidir comprarlos y desechar la apatía, la desgana, y el desánimo. Estos también están a la venta y nos tientan, porque su precio está rebajado.
En Wriasko preparan una hamburguesa de emperador que está exquisita. Nuestras Empresas también deberían servir platos apetitosos y a buen precio. Lo que nos exige el mercado.
Juan F. Bueno
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