La forma más directa de descubrir el estilo de un directivo, es conocer a su equipo. Sus miembros, con su conjunto de cualidades, habilidades y características, será el fiel reflejo de aquél que ostente la responsabilidad de su dirección. Y sobre todo, la forma de actuar e interrelacionar de todos ellos, será la representación más patente de su modelo de gestión.
El perfil de un equipo de trabajo queda dibujado en gran medida por su forma de integrarse entre sí, la repartición de roles y asunción de responsabilidades y su líder. Éste tendrá que establecer de forma nítida la coordinación del mismo y los objetivos a cumplir.
Esos objetivos son precisamente la senda que va a marcar el quehacer de un equipo. El líder, poniendo en marcha sus herramientas y competencias, deberá llevarlo a su máximo nivel de desarrollo.
En otro post he mencionado la figura de los jefes y los jefecillos. A cada uno de ellos le corresponde un equipo o un grupo de gente que trabajan juntos, sin más. Hace unos años trabajé en varios proyectos que denominamos “equipos de alto rendimiento”. Os preguntaréis que es eso. Pues era ni más ni menos que el fiel reflejo de un equipo maduro, muy cohesionado y con un gran líder al frente. Con ellos se podían plantear estrategias enérgicas, para reforzar la unión, para extraer aspectos positivos de los conflictos....
Un equipo (nos gustaba llamarle “equipazo”) de estas características, necesita tener al frente a una persona con grandes aptitudes de guía, de animador, de inspirador. El talento se pondrá al servicio de su equipo para alcanzar los máximos resultados.
Fijaos en esta imagen. Uno de los ejemplos más representativos de un equipo de alto rendimiento son los miembros de una piragua o trainera. Y ese equipo requiere un líder que dirija milimétricamente, que coordine y controle todas las tareas que han de realizar a su vez los miembros de ese equipo. Su presencia condicionará sin duda el resultado si ejercita su función de forma correcta. Conseguirá llevar a su equipo al éxito, a lo más alto. Un equipo de ese tipo se juega mucho en cada competición, en cada entrenamiento, porque sólo los mejores se suben al podio. Participan muchos pero sólo tres equipos tienen un lugar de honor. La alta competición es terriblemente dura y cruel, porque la realidad es que la historia sólo recordará el nombre de… UNO, EL GANADOR. Los otros dos, con un loable segundo y tercer puesto apenas tendrán mención. El segundo clasificado, es el primero de los perdedores. Es así de duro.
En el mundo empresarial, la crisis nos ha situado en unas auténticas olimpiadas. Lamentablemente no se permiten entrenamientos, la competición es real.
A todos nos llegan noticias, con bastante frecuencia, sobre pequeñas (y no tan pequeñas) Empresas que cierran cada día. Negocios que fracasan. Sólo unos cuanto salen adelante. Sólo los mejores. Y no me cabe duda alguna que detrás de esas actividades comerciales que funcionan, hay un gran equipo con un gran líder.
Puede ser un modestísimo empresario o un director general, qué más da! Lo que importa son las cualidades de esa persona que esté al frente, con independencia de las características del mercado o de sus objetivos.
Si el líder es un ejemplo a seguir, una figura inspiradora, en estos casos lo será más, si cabe. Su conducta debe ser sin fisuras, lo cual no significa que no pueda equivocarse. Al contrario, el error es imprescindible para el aprendizaje. Pero su honestidad profesional y personal debe estar fuera de toda duda. Debe constituirse en un referente.
Ese líder precisa tener una capacidad especial para conocer profundamente a los miembros de su equipo, con sus fortalezas y debilidades. Ese entendimiento de las personalidades y competencias de cada uno, le permitirá manejarlas con pericia para el fin único, lograr el máximo desempeño en cada una de las tareas. No olvidemos que el éxito del equipo será el éxito de su líder y viceversa.
Encontrará así la mejor forma de trabajar con ellos, y deberá aplicar un “medicamento personal”, ya que las herramientas que pueden ser válidas con algunos, serán poco prácticas con otros. No vale “el café para todos”. Esa habilidad será la “gasolina” para seguir adelante, porque pocas cosas hay tan motivadoras como ver a un equipo coordinado, luchando por conseguir unos resultados, uniéndose en las dificultades.
No se trata de ser carismático o genial, sino simplemente de arrancar la pasión y la motivación de los colaboradores.
Por sus equipos los conoceréis. A algunos sería mejor no conocerlos. Y a otros es un placer.
La vida misma.
Juan F. Bueno