21 junio 2013

Un cumulo de despropositos

Posted by Juan bueno On viernes, junio 21, 2013 2 comments
Primer Despropósito: Hacienda ha reconocido un error al imputar la propiedad de 13 propiedades inmobiliarias a la hija del Rey. Parece una lamentable equivocación. Un desliz de alguien que ha comunicado datos inciertos. Así lo confirman, entre el estupor y la incredulidad, los verdaderos propietarios de esas fincas. En general gente humilde que no alcanza a entender cómo se ha podido dar semejante dislate.

 

El motivo alegado es que el DNI de la infanta aparecía de forma incorrecta asignado a esas propiedades. ¡Hasta 13 veces!. Y ojo, que el DNI de la Infanta es uno de esos que salta a la vista de cualquiera. Está claro que el error se entiende y se puede disculpar porque se repara, pero en tantas ocasiones resulta, al menos preocupante.

La perplejidad es la tónica dominante. Las declaraciones de Registradores de la Propiedad, Notarios, Hacienda…. Cierto es que la Agencia Tributaria maneja cada año millones de datos de millones de ciudadanos. Y quiero creer que esa imputación de datos se hace de forma automática, no creo que haya ningún funcionario metiendo a mano cantidades ingentes de datos en los que es fácil teclear mal un número y provocar un lío tan desorientador como éste.
 
Como es una máxima para mí analizar el lado positivo de las cosas, lo único bueno que vislumbro es que Hacienda afirma que revisará algunos de sus procesos para dar mayor fiabilidad a sus datos. Imprescindible. Alguien tiene que dar la cara y una explicación convincente porque sino se quebrará la confianza y la fiabilidad de una institución a la que no le tiembla el pulso cuando es el contribuyente el que se equivoca, se retrasa o sufre un “lamentable error al atribuir los datos”.

Repito: Errar es humano y no se pueden magnificar los fallos, pero hay que evitar desatinos como el que hoy nos ocupa que no hace ningún bien cuando aparece reflejado en los titulares de la prensa extranjera. No sé exactamente por qué pero esta situación me produce desazón y cierta incredulidad.
 
Segundo despropósito: La CEOE afirma que los 4 días de los que dispone un trabajador  por el fallecimiento de un familiar de primer grado es un exceso. Esto requiere ser matizado. Se trata de 4 días cuando el óbito se produce en una comunidad autónoma distinta en la que presta sus servicios el trabajador, ya que en caso contrario, son dos días. Dice que esto afecta enormemente a nuestra competitividad. ¿De verdad? Yo pensaba en ciertos abusos cometidos  en aras de la bonanza, en el estancamiento del mercado laboral, en una legislación poco flexible….
 
El responsable de Relaciones Laborales de la CEOE habla del enorme daño que estas ausencias "sin justificación" provocan en las Empresas e ironiza diciendo que se trata de una legislación de corte franquista. Ignoro si 4 días son mucho o poco. Porque según este directivo “los viajes deben hacerse con diligencia” (no he entendido bien si lo que quería decir era que se hacían "en" diligencia, lo que ya explicaría el dilatado tiempo). Supongamos que  una persona vive y trabaja en Cáceres y le comunican el fallecimiento de su padre en Orense. Claro que se puede viajar con diligencia y con prisas si hace falta. Pero probablemente el viaje ocupe casi un día. En coche se trata de cruzar el país de una punta a otra. En avión supongo que los aeropuertos más cercanos serán Badajoz o Sevilla y Vigo o Santiago de Compostela. Es un viaje en el que ese trabajador se ausenta de su trabajo para acudir a un duelo. Se suponen unas circunstancias difíciles. De cualquier manera, esta es una circunstancia que a la gente le ocurre muy pocas veces en su vida, por tanto, dudo mucho que esto pueda ser un problema, como el pretendido por el responsable de la CEOE.

La forma de reaccionar de cada persona ante esos momentos puede ser diferente: He conocido personas que se incorporan casi de inmediato a su puesto de trabajo porque la actividad laboral les ayuda a superar el trance. Otras personas se sienten más débiles ante esos reveses y les cuesta retomar el trabajo. Y la legislación lo que hace al respeto es recoger de forma genérica la protección de un derecho de los trabajadores que les permita acudir a rendir un último adiós a alguien cercano. Como siempre se trata de hacer un uso responsable de los derechos que nos amparan. Por eso no se puede culpabilizar de esa forma tan amplia a los trabajadores. Ni a la legislación. Ni a los empresarios. Hacer bien las cosas es responsabilidad de todos. De cada uno de nosotros de forma individual y como parte de un colectivo.
 
Lo que hay que evitar es el abuso, el mal uso. Y en eso si que tenemos que hacer un frente común. Con las bajas laborales, con los fallecimientos, con los permisos sindicales, o con las ausencias que no tienen justificación. Porque ese dinero sí que lo pagamos entre todos y constituye un fraude cuando se hace como coartada para conseguir ingresos o beneficios a los que, en justicia, sabemos no tener derecho.

Tercer despropósito: Veo algunas declaraciones del juicio de José Bretón. Aunque como muchos ciudadanos, tengo una idea al respecto, me sobrecogen sus imágenes con ese férreo control y una emoción que no me acabo de creer. La justicia tiene que hacer su trabajo. Y en algunos casos no lo tiene fácil. Los psicólogos lo definen como alguien extraordinariamente inteligente a quien le encanta ser el centro de atención. Lo ha conseguido. Es noticia de apertura de muchos programas.

Ya no menciono el cuarto despropósito porque este post será un poco largo y un mucho angustioso. Pero lo hay, y un quinto y un sexto.


Juan F. Bueno
 

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