Leo en un suplemento semanal un artículo dedicado a un par de gemelos de 85 años que han dedicado la mayor parte de su vida al negocio familiar, una corsetería de las siempre. Ella cotizó durante 50 años y él 68. Y la crónica de un negocio humilde y las palabras de sus dueños me dieron una gran lección de management, que debería ser difundida como si de unos gurús se tratara.
Entre los dos hermanos acumulan 118 años de cotización ininterrumpida a la Seguridad Social. Todo un récord en esta época. Nunca han cobrado el paro. Si alguien se parara a hacer el retrato ideal del contribuyente español podría ser sin duda el de este Josep que lleva detrás del mostrador desde 1940.
Pero sin dejar de ser admirable todos estos datos lo que de verdad me cautivó de su historia es la sencillez con la que explica al periodista su forma de trabajar: “mi vida es levantarme cada mañana bien temprano, subir la persiana, dar un trato excelente a las clientas y no dejar escapar ni una sola venta”.
Estoy seguro que Josep nunca asistió a esos cursos de cualquier prestigiosa Escuela de Negocios, en las que en forma de curso de postgrado o Máster para directivos a lo largo de muchos meses te enseñan dos máximas: dar un trato excelente y no dejar escapar una venta.
El bueno de Josep desde su aplastante naturalidad nos ha dado una clase magistral encaminada en primer lugar a la excelencia. Esa concepción suya de cómo hacer las cosas es una expresión de candor y de sabiduría de los negocios absolutamente irrefutable. No concibe que se pueda hacer de otra forma. Y nadie le ha explicado el concepto de excelencia empresarial. Esa idea de perfección, de afrontar el trabajo cada día de forma sobresaliente y con una calidad superior es su única forma de entender la tarea cotidiana. Josep apenas ha salido de su pueblo, no ha subido en avión o en barco pero no duda en afirmar que el trato que han de recibir sus clientas tiene que ser óptimo. Claro ejemplo de que no hay que ser un hombre de mundo para saber cómo llevar un negocio con sentido común y espíritu comercial.
Todos esos conceptos de management no los ha asimilado el bueno de Josep tras las explicaciones de algún gurú. No, en absoluto. Ese ha sido su lema de vida. Y el amor al trabajo, la pasión cotidiana por lo que uno hace. Si pensamos en los grandes genios, en personas que han pasado a la historia en cualquier disciplina: la música, el arte o los negocios, veremos que todos han aportado pasión, trabajo y sin duda excelencia.
Tal vez tengamos que pedir al tendero de lencería (como él mismo se define) la impartición de un curso sobre su modelo de gestión. Seguro que lo haría encantado. Pura orientación al cliente.
Su segunda máxima la de “no dejar escapar ni una sola venta” es su tratado de orientación al negocio, a los resultados. Pero Josep tampoco ha estudiado Marketing ni técnicas de ventas, pero sabe que no debe dejar escapar a ninguna clienta que se vaya a comprar las medias o los botones a otro lugar. El ofrece un trato cercano, personalizado y asegurando la salida de todo el producto. Atiende a sus clientas, la organización del negocio y tiene un objetivo claro: sus ventas.
Josep no lo sabe pero atiende su modo de vida con esas palabras que hoy llenan muchas Empresas: tiene una misión, una visión y desde luego unos valores (“las cosas bien hechas bien parecen”). Lo hace de forma intuitiva y permanente, está en su ADN empresarial. Ese que a veces nos cuesta tanto inculcar en algunos directivos.
El tendero ha trabajado toda su vida por encima de los estándares exigibles y con un compromiso de logro ciertamente inspirador.
Son las últimas semanas en la lencería de Josep. En breve se jubilará. Ha organizado unas atractivas rebajas que han provocado que su tienda esté llena de clientas que se las disputan. Las ha promocionado con el boca a boca por todo el pueblo. Pero la crisis también le ha golpeado. Y afirma que será difícil que pueda vender todo el género. Lo sobrante, lo que no le compren sus clientas fidelizadas a lo largo de años, lo entregará en Cáritas para los más necesitados. ¿Cómo se llama eso? ¿Responsabilidad social corporativa? El bueno de Josep no lo sabe pero en una página de periódico me ha recordado todo un máster.
Gracias Josep por estas lecciones de management desde la humildad de tu lencería de pueblo.
Juan F. Bueno