Hace algunas semanas escribí una reflexión sobre las emociones que generó bastantes comentarios de mis lectores. Esto demuestra que es un tema que no nos deja indiferentes. Es lógico. El ser humano es una criatura que alberga sentimientos, emociones, recuerdos, experiencias.
Las personas pensamos porque sentimos o sentimos porque pensamos. Estas dos facetas nos separan del mundo animal. O tal vez no.
La actualidad de estos días me ha inspirado este artículo “se me olvidó pensar”. Algunas de las noticias que nos acompañan en el día a día son síntoma evidente de aparcar el pensamiento. Y tal vez el sentimiento. Eso logra asustarme. ¿En qué nos estamos convirtiendo?
Los sentimientos y las emociones caminan juntos en nuestras vidas y en muchas ocasiones la dirigen.
Las emociones son más reptilianas, más reactivas, más primitivas. Surgen y las experimentamos. Si caminamos solos por una calle oscura y nos encontramos de frente con un hombre con mal aspecto y que empuña un arma, seguramente sentiremos miedo, temor, incertidumbre, incluso puede que esa emoción nos haga salir huyendo o nos paralice. La emoción no se racionaliza, es un estado muy intenso que proviene de una Reacción (el miedo a ser atacado) y tiene una parte mental y otra orgánica (temblor, sudor). Reacciona nuestro instinto: Nos tenemos que poner a salvo.
En los sentimientos intervienen más elementos: Son emociones que ya han pasado por más filtros intelectuales o de consciencia. En el sentimiento ya existe comprensión, entendimiento y reflexión.
El amor es sentimiento y la pasión es emoción. Si echamos un vistazo a la vida de las Organizaciones empresariales vemos que confluyen a veces sin orden ni concierto. Ante un Jefe imperativo, intolerante o que transmite siempre un feed back negativo, sentiremos emociones destructivas, negativas, en las que tendemos a contraernos. Por el contrario, ante un superior que nos impulsa, nos anima o sabe cómo motivarnos, nuestras emociones serán positivas, tenderemos a la expansión.
Las emociones no son más que nuestra reacción ante los eventos que nos ocurren. Hasta aquí todo entraría dentro de lo razonable.
Pero vuelvo a la actualidad, a esas circunstancias que son las que nos rodean y pueden desbaratar todas las teorías. Yo me pregunto qué pasa por las cabezas o los corazones de algunas personas, o más bien qué justifica determinadas acciones. Pensamiento, sentimiento. Tal vez son piedras y no personas.
¿Qué inspira al Sr. Bárcenas a tratar de implicar a un montón de personas con acciones presuntamente ilícitas y desde luego poco éticas?. ¿Qué ha pesado en él, el pensamiento (análisis racional de su situación, ponderando así mismo el resultado de sus actuaciones) o el sentimiento (soledad al ingresar en la cárcel, frustración por verse privado de libertad) o tal vez la emoción (temor, incertidumbre ante un entorno desconocido).
¿Qué inspiró a José Bretón durante el horrible proceso judicial, en el que trataba de mostrarse impasible?. ¿Que pesó en él, el pensamiento (parece poco probable tratándose de sus hijos, a los que de forma casi instintiva, casi animal todos tratamos de defender). Tal vez fue el sentimiento (odio o rencor hacia su ex esposa). O quizá fue la emoción (rabia infinita ante el abandono de su mujer). A lo largo del juicio lanzaba unas miradas frías, inquietantes. ¿Pensaba o sentía?. ¿Se emocionó en algún momento?. Dicen los especialistas en lenguaje corporal que, analizando sus movimientos y reflejos, simplemente fingió emocionarse.
¿Qué inspira a esos directivos que mandan (y digo bien, mandan y ordenan) llevando a sus equipos con mano de hierro, escasa emocionalidad y poco o ningún respeto por sus sentimientos?. ¿Piensan o sienten? Tengo serias dudas al respecto. Reconocer la emocionalidad de las personas, me parece un síntoma de inteligencia. Y ojo no hablo de sentimentalismos ni noñerías!
Dirigir una Empresa, un equipo, un negocio, un partido político, incluso una familia, no es tarea sencilla!. Pero me parece imprescindible aceptar como natural que, en el desarrollo de cualquier proyecto, intervienen aspectos materiales o tangibles, y de igual manera aspectos humanos y emocionales. Tenemos que aceptar que las emociones y el pensamiento son herramientas para dirigir un negocio, por ejemplo. Pero hacerlo requiere una gran introspección personal y un humilde reconocimiento de defectos y virtudes. Y no todos los dirigentes están dispuestos a hacerlo. Podría ser un signo de debilidad, piensan algunos. A mí me parece una señal de fortaleza y valentía.
Lo que me entristece profundamente es qué pasa por los pensamientos y sentimientos de esas personas capaces de todo con tal de causar daño.Sea en el ámbito que sea. Yo estoy convencido de que las emociones se contagian, y aquellas que son destructivas generan negatividad a su alrededor y aquellas que son positivas nos fortalecen y favorecen la autoestima.
Funcionan como verdaderos antídotos en un mundo como el nuestro, que hay días que se me antoja especialmente duro.
Gestionar el cambio y promover la innovación, es la única solución para la supervivencia empresarial, y ése es un proceso de gestión de emociones.
Si alguien os ha dicho que las Empresas se dirigen con la racionalidad y los números, simplemente os han ocultado gran parte de la verdad.
El escritor argentino Jorge Bucay decía: "No somos responsables de las emociones, pero sí de lo que hacemos con ellas”.
Juan F. Bueno