Si pensamos en el momento actual en cuáles serían los atributos imprescindibles para salir de esta maldita crisis probablemente citaría dos: el Compromiso y la Confianza.
Y todo ello aderezado de un
liderazgo fuerte, honesto y sin fisuras.
Pero lamentablemente si miramos a
nuestro alrededor lo que observamos es casi lo contrario. Me permito cuestionar el compromiso entendido en sentido
amplio. ¿Están los trabajadores comprometidos con sus Empresas? ¿ O tal vez la
mayoría sólo está aguantando en sus puestos de trabajo?
En nombre de la tan cacareada
crisis muchos empresarios están cometiendo abusos. Algunos gestores están
volviendo a formas de actuar más propias de épocas pasadas que del siglo XXI.
Algunos trabajadores llegan a
pensar que , por mantener el “privilegio” de un puesto de trabajo deben
aceptar casi todo.
Y esa situación crea servilismo,
sumisión, incluso aceptación a regañadientes. Pero difícilmente se fomenta el
compromiso de esta forma.
Respecto a la confianza me parece que hay un
quiebre brutal. ¿Podemos tener confianza
en el futuro? En las perspectivas profesionales? En nuestros representantes políticos? En las instituciones en general?
El día a día de los noticiarios nos
confirma tozudamente que no. Que la ciudadanía se siente defraudada por una clase política altamente
decepcionante; por los escándalos de corrupción
más propios de una república bananera que de una democracia como la nuestra;
hasta hace muy poco tiempo considerada como modelo. Se siente defraudada
por una Justicia lenta, sin recursos y
que tal vez no sea igual para todos; por unos bancos inhumanos que sólo ven
números y resultados olvidando que detrás de cada cifra hay personas.
Sí. Hay una pérdida de confianza grande. Yo
diría que enorme.
Y así la falta de liderazgo que
observamos resulta si cabe más decepcionante.
Este es el momento de los grandes
líderes, ni siquiera visionarios, pero dotados de visión de negocio,
orientación a resultados, capacidad estratégica, proactividad ante el cambio, y unas enormes habilidades
sociales y de impulsor de equipos. Porque
ahora, más que nunca, es preciso empujar, animar, orientar y sacar a flote lo mejor de cada profesional.
Detrás de la crisis hay personas, aunque a veces sólo seamos
capaces de ver números.