Eso afirma el refranero español. Es más fácil dar consejos a los demás que aplicárselo a uno mismo. Betrand Russel aportó una visión más filosófica de las acciones humanas diciendo “nosotros tenemos dos tipos de moralidad, una cuando predicamos y otra cuando practicamos”.
Y es que la realidad de forma obstinada se empeña en darnos ejemplos que confirman ambas frases.
Solo basta echar un vistazo a nuestro alrededor: Las reformas del ministro Wert. O las intentonas de reformas. ¿Cómo puede todo un señor ministro de educación plantear una reforma educativa sin haber tanteado antes la situación? ¿No debería haber analizado el contexto a través de sus asesores, hablando con los responsables universitarios por ejemplo? La imagen queda muy comprometida cuando se plantea una reforma tan importante, se venden sus bondades, se insiste en que no hay otra opción y después… ante el rechazo generalizado se plantea una posible marcha atrás!!!!
Y lamento la situación que se plantea. Sé que puedo hacer una afirmación polémica, pero elevar las notas que se piden para acceder a una beca me parece correcto. Siento que no sea una idea popular o políticamente correcta pero entiendo que es un canto a la mediocridad conceder becas para ayuda al estudio a ….. estudiantes mediocres. Esto no tiene nada que ver con la renta de las familias ni con sus posibilidades o no de acceder a más formación.
A igualdad de condiciones hay que ayudar al que tiene menos ingresos y se esfuerza por el estudio. Así de contundente. El dinero que se destina a las becas es dinero público, sale del bolsillo de todos nosotros y hay que buscarle la máxima rentabilidad.
La formación nos da competitividad y ésta se relaciona con mejores resultados, con los que más destacan. Alcanzar un 5 no es una cualificación que justifique esa inversión de dinero público. Personalmente quiero que mi dinero se destine a los estudiantes destacados. Y si estos tienen pocos recursos, con mayor motivo. Pero no podemos subvencionar a los mediocres. Y un 5 es una nota, a mi modo de ver, pobre. El resto es (como decía Felipe González) hacer demagogia sobre las clases sociales.
El discurso del reparto de la riqueza, para que todos tengamos las mismas posibilidades, no deja de ser una pura demagogia, una afirmación de corto recorrido. Y que claramente ha sido tergiversada por los partidos políticos. Sin excepción.
¿Qué entendieron los dirigentes andaluces con el "cachondeo" y desvergüenza generalizada con los ERES falsos?. ¿Quién se cree tan todopoderoso que distribuye a su antojo, o con sus propios criterios de equidad, los fondos públicos?. Es una auténtica estafa. Ya lo decía al principio “una cosa es predicar y otra dar trigo”. Hay que hacerle un monumento a la Jueza Alaya. Atreverse a hincarle el diente a ese peliagudo asunto, con su aspecto de dolorosa penitente, siempre empujando ese troley lleno de abusos…. Lo dicho, un monumento.
Algo parecido sobre el reparto de la riqueza debieron pensar los dirigentes del partido en el Gobierno. Nos vendían como sus lemas la honradez y la transparencia. Claro. ¿Cómo se explican entonces esos sobresueldos que han recibido tantos de ellos? Es el colmo de la desfachatez. Un sueldo es por acudir al trabajo y el otro por trabajar. Dentro de poco descubriremos que hay un tercer sueldo: por trabajar bien. Porque se puede acudir al trabajo, hacerlo y que esté rematadamente mal. En ese caso es de justicia no recibir el tercer sueldo. Sólo los dos primeros.
El pensamiento crítico es de las pocas cosas que nos puede salvar de la absoluta mezquindad. Lo que ocurre es que a veces este análisis cuesta hacerlo porque es decepcionante, desilusionador.
El papel lo aguanta todo o casi todo. Pero no podemos olvidar que cuando se hacen afirmaciones públicas en uno u otro sentido, hay que mantener la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Sobre todo cuando tiene repercusión, cuando esas acciones son vistas, analizadas y valoradas por tantas personas!.
Sin ir mas lejos, echad un vistazo a este video de la Sra. de Cospedal. Se grabó en Enero, hace apenas 6 meses.
Parecía premonitorio ¿Y ahora que?
Esa ligazón entre ambos aspectos constituye el vínculo con el respeto a los demás y a la función que uno desempeña. Igual en la vida pública que en las empresas. Lo primero que le pedimos a un líder que se precie de serlo, es su consistencia personal y profesional.
Los españoles estamos más secos que los Monegros. Hay que hacérselo mirar.
Juan F. Bueno