En
la actualidad me atrevería a decir que casi en cualquier ámbito
profesional se requiere visión estratégica, proactividad ante el cambio,
habilidades para hablar en público, cierto grado de optimismo,
resistencia al stress…
Y
así podría seguir añadiendo algunas competencias que si bien no garantizan alcanzar el éxito, al menos su
ausencia sí que dificulta lograrlo.
Donald
Trump
¿es un personaje de referencia? Evidentemente puede ser un modelo de creación de empresas e
indudablemente de ganar dinero. ¿Leo Messi?
Jugador de fútbol con una abultadísima cuenta
corriente y un número también creciente de goles.
Daniel
Goleman afirma que la inteligencia emocional es más importante que los conocimientos técnicos para triunfar
en la vida laboral.
Y
yo me pregunto, ¿no hay una clara relación entre la vocación y el éxito?.
¿Conoces mucha gente que haya obtenido
reconocimiento y éxito y no ame profundamente lo que hace? Es que tal vez el éxito
no esté al final del camino sino que es el propio proceso lo que va reportando
sentimientos , satisfacciones e incluso orgullo.
A
veces pasamos la vida persiguiendo el éxito. ¿de qué se disfraza? Dinero, poder,
reconocimiento, fama.
A
lo largo de mi vida he conocido un gran número de profesionales de todos los ámbitos y
no estoy
plenamente seguro que el aparente
éxito alcanzado les hiciera felices.
Tal
vez el éxito esté asociado con sentirse satisfecho con lo que uno hace.
Yo
concibo el éxito casi como un estado de ánimo en el que se alcanza la plenitud personal, en el que cada ser humano
siente que está cumpliendo con las expectativas vitales que sean su propia meta. Y
esa plenitud puede estar en la vida profesional o no; en la vida personal o no;
en la vida familiar; en el desarrollo intelectual; en el desarrollo espiritual; a veces
también en cosas tan efímeras como la fama o el dinero.
Mis
mayores recompensas profesionales, que viví como auténticos éxitos fueron pequeñas acciones en las que se
resolvió una dificultad para un colaborador; alguien de mi equipo logró mejorar
o vender una idea… cosas que podrían parecer insignificantes. Mis éxitos
personales se miden cuando llego a casa y mi hija se lanza a mis
brazos con devoción diciendo “papiii”.
Os
deseo ÉXITO y no SUERTE porque el éxito es lo que se logra con la SUERTE que a cada uno le toca. Aunque sobre esto
último, LA SUERTE, escribiré en breve.