03 junio 2013

Alpinista y Director de Recursos Humanos

Posted by Juan bueno On lunes, junio 03, 2013 No comments
Alpinista y gestor de personas. Puedo afirmar que son mis dos pasiones, una profesional y otra de ocio y ahora que reflexiono sobre este asunto compruebo cómo ambas tienen muchos puntos en común. Mi afición por la montaña viene de lejos, desde aproximadamente los quince años, o sea hace la friolera de un montón de años. Un tiempo más que razonable.
 

Primero eran salidas en pandilla a lugares próximos, por la sierra de Madrid y como mucho a Gredos.  Con el ímpetu y la fuerza de la juventud esas salidas al monte eran una válvula de escape. Me gustaba el ambiente que nos rodeaba, muchachos sencillos, deportistas, amantes de la naturaleza. Mi gusto por salir al monte con frecuencia se convirtió en costumbre. Con el paso del tiempo fui adquiriendo técnica, experiencia, y con mucho esfuerzo y poco a poco, material. Hace falta equipamiento de diversos usos: el de escalada (que incluye material técnico específico, tanto de uso individual como colectivo), el de invierno (al que hay que sumar piolets, crampones, raquetas, esquíes…). Y cada estación requiere además una indumentaria adecuada más o menos técnica.
 
Con los años recorrí medio mundo escalando y siempre en torno a este deporte, conocí al mismo tipo a gente, muy digna, recta, íntegra. Os preguntaréis por qué. Bueno en este deporte se ponen en juego algunas de las cualidades que después entendí que eran tan importantes en mi faceta profesional como gestor de personas.

Para ser capaces de escalar una montaña de las que acarician el cielo hay que estar preparados para aguantar muchas adversidades, frío, calor, cansancio extremo, lesiones, imprevistos. Y todo ello hace salir a flote la resistencia al estrés, la toma de decisiones (en más de una ocasión he tenido que hacer noche en alguna cumbre porque se nos ha hecho de noche. La última en el Midí francés;  decisión que probablemente nos salvó la vida, aunque pasamos la noche a 20 grados bajo cero), la resistencia a la frustración (cuantas veces he tenido que retirarme a pocos metros de la cima, sin llegar a hacer cumbre, porque han surgido imprevistos, casi siempre relacionados con la meteorología).
 
El deporte en general y la escalada en particular son esfuerzo, sufrimiento, superación, lucha por conseguir un objetivo, preparación para poder lograrlo. Como la vida misma. Una auténtica metáfora. Uno se hace escalador con el tiempo, hace falta dedicarle muchas horas. Como a mi profesión. A gestionar personas se aprende haciéndolo, no hay manuales. Hace falta conocimientos, pero sobre todo templanza, sentido común y sensibilidad. Las mismas cualidades con las que te enfrentas al coronar una montaña.

A ser Director de Recursos Humanos se aprende poco a poco, no se hace de la noche a la mañana. Hay que formarse, pero también ejercitarse. Es preciso poner en marcha proyectos, acertar y equivocarse. Repasar lo que no ha funcionado y volver a intentarlo. Experimentar y reflexionar.

Es lo mismo que para subir una montaña. No se hace del tirón, de una vez. Se hace poco a poco y se rectifica el camino a medida que se hace. La propia metáfora de la vida…. Y de la Empresa.

Cuando estás ascendiendo un monte o escalando una pared y alzas los ojos para ver la verticalidad que tienes por delante, te sientes pequeño, insignificante, humilde. La montaña me ha enseñado mucho. La escalada requiere una intensa preparación previa, tanto física como psicológica, nada se puede dejar al azar, porque te juegas mucho.

Eso mismo ocurre cuando gestionamos personas, creo que toda la preparación y el rigor con el que se trabaje, es poco. No se puede jugar con la motivación de las personas, con su dedicación, ilusión o entrega. Nada se puede dejar al azar, porque de nuevo te juegas mucho.

Y a lo largo de mi vida he visto algunos Directores que dejaban a la improvisación muchos temas, y después el resultado era, pues eso, regular (por no decir deficiente). Exactamente el mismo que el del dominguero que va a la montaña poco preparado. Ya sabemos cómo acaban muchos de esos casos, llamando a los servicios de emergencia. Pero en el caso del gestor de personas, lamentablemente no hay a quien llamar…. Tienes que ingeniártelas para resolverlo, pero ¡cuidado! Estamos hablando y actuando con personas.

Ya os he dicho que la montaña me ha enseñado mucho. Algunos lo consideran un deporte extremo. Como la vida misma. Como en mi profesión. Hay que elegir el proyecto, sopesar los riesgos y prepararse para afrontarlo.

Es un desafío a la fuerza, la resistencia y el sacrificio. Mi mujer en ocasiones me ha preguntado que se siente cuando se llega arriba. Es difícil de explicar. Es una situación de enorme satisfacción, moderada alegría (todavía hay que bajar), el cumplimiento de una ilusión tras haber alcanzado un objetivo. He sentido también esa misma sensación ante algunos éxitos profesionales, cuando veía el brillo en los ojos de mis colaboradores, tras alcanzar un reto que nos habíamos propuesto.

La montaña y la vida en general, es trabajo en equipo, confianza ciega en tu compañero de cordada, coordinación, resolución de problemas, toma de decisiones. Las mismas habilidades que se requieren en nuestro entorno empresarial.

La inexperiencia, la falta de planificación y gestión, o la selección de un equipo inadecuado en la montaña, pueden conducir a un resultado fatal. En la vida de un gestor de personas, también.

Juan F. Bueno

Suscríbete al Blog



contador de visitas
Contador de visitas