12 septiembre 2013

Bienvenido a la normalidad

Posted by Juan bueno On jueves, septiembre 12, 2013 2 comments

A lo largo del mes de Agosto he disfrutado de unas vacaciones en las que he cruzado el país en dos ocasiones de una punta a otra. De norte a este, de un litoral a otro y después salté de un punto cardinal al contrario en un baile de viajes, sin duda, interesantes.


Para alguien observador y curioso como yo, este periplo veraniego da para unas cuantas reflexiones, de modo que quiero compartir con vosotros ésta que intenta sintetizar momentos, sentimientos o experiencias vividas a lo largo de estas semanas.

La primera es lo enormemente difícil que resulta desengancharse de la rutina cotidiana que nos hemos creado en torno al mail, las redes sociales, el ordenador, el I-Pad y todos estos artilugios o herramientas que poco a poco se han instalado en nuestra vida y que hacen que nos preguntemos ¿Cómo podíamos vivir antes sin ellos?. Mi desenganche ha sido parcial. He dejado descansar a mi blog y sólo miraba de reojo los mails que entran a menos ritmo, pero de forma intermitente. Sin embargo, han sido numerosas las ocasiones en las que me he visto rodeado por ejecutivos en bañador que pegados al móvil daban instrucciones sobre el último pedido u organizaban una reunión dando instrucciones a su secretaria, mientras su hijo gritaba insistentemente que le ayudara a acabar el castillo de arena.

 
Pues sí, realmente nos cuesta mucho poner distancia con esa cotidianeidad que ya se ha hecho nuestra. Esa ligazón con el mundo on-line que parece dar sentido a toda nuestra vida. Yo mismo me he descubierto en un pueblo apartado preguntando en el bar con avidez si tenían Wifi. En aldeas apacibles y alejadas en las que el bar del pueblo anuncia con un cartel “Hay platos combinados” debajo pone en letras provocadoramente grandes la clave para la conexión Wifi. ¡cómo han cambiado nuestros pueblos! No hay ayuntamiento que se precie que no cuelgue en su página web el programa de las fiestas! El pregón, la orquesta Sintonía y la carrera de sacos….

Cuánto hemos evolucionado! Estos días han sido una mezcla de descanso, cambio de rutinas, gastronomía, familia, amigos. De todo en diferentes proporciones. Y lectura, mucha lectura atrasada, horas enteras parapetado tras un libro, revistas varias o todo tipo de periódicos (le he dado un repaso a la prensa local de medio país). 
 


Ese viaje lector además de disfrutar de alguna novela me ha impedido olvidarme de nuestra ración diaria de conflictos, disgustos y realidades poco pacíficas: el conflicto con el Peñón; el grave deterioro de la situación en Egipto; el error en el indulto firmado por el rey de Marruecos; de nuevo la búsqueda de Marta del Castillo; el bochornoso paseíllo de algunos de nuestros dirigentes políticos a requerimiento del Juez Ruz y la jueza Alaya; la investigación sobre el accidente ferroviario del mes pasado…. La lista de inquietudes es variopinta y en absoluto desaparecen. Sólo quedan ligeramente apartadas por nuestras excursiones playeras, el tinto de verano y los cuerpos tostándose al sol. Pero la zozobra que todas ellas nos producen sigue estando ahí.

Ahora, de vuelta a los quehaceres habituales echo la vista atrás a esas tardes de chiringuito, mañanas de lectura en una terraza o aquella divertida excursión familiar haciendo el descenso del Sella. Paisajes abrumadores por su belleza que me hacen recordar lo insignificante que es el ser humano ante la magnitud de los Picos de Europa, por ejemplo. Alguna excursión tenía un silencio casi sobrecogedor, recorriendo la ruta de las Xanas (brujas) en Asturias. Una casa rural en un paraje de ese Principado, rabiosamente verde, con un tono casi altivo, esa aldea remotamente perdida en la montaña en la que, acompañado de la familia, degustamos una fabada de gratos recuerdos. ¡cuántos momentos!.

Sin embargo yo soy de los que recupera lo cotidiano con satisfacción, disfruté las vacaciones con un placentero afán, qué duda cabe! Pero me reincorporo a lo habitual diciendo “Bienvenido a la normalidad” y no experimento esa depre post vacacional que tan de moda estaba. Aunque me sospecho que cada vez se padece menos. No sufro ningún profundo fastidio por retomar lo que sólo ha quedado parado por un paréntesis de buen tiempo, momentos familiares y ausencia de despertador.


Las calles de nuestras ciudades se llenan de personas con buen tono por efecto del sol, aspectos más relajados y conversaciones interminables en las que se habla del crucero, de la casa del pueblo, de la excursión. Contarlo en volver a vivirlo. Los niños vuelven al cole tras una pausa larga en la que a veces se vuelve difícil organizar tantas horas de asueto.

De nuevo hay madrugones, atascos, reuniones, compras en el súper y obligaciones con los más pequeños y también con nuestros mayores. En las Empresas es momento de presupuestos, ajustes y planteamientos para el cierre del año, ante el último trimestre. El curso político empieza casi tan crispado como acabó; Obama se plantea atacar Siria; Putin le lanza miradas asesinas y el otoño promete. Me apetece escribir y compartir, aprender y compartir, vivir y compartir. Disfrutar de todo y de todos. Yo no tengo síndrome post vacacional, sólo le doy la bienvenida a la normalidad, a la vida en definitiva.

Juan F. Bueno

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